Las minucias efímeras de todos los días

4 Abr

Los periódicos, lejos de limitarse a envolver pescado cuando pasa su día de vigencia, siguen siendo los archivos de la vida diaria, capaces de revivir al mínimo detalle décadas y siglos pasados.

Asegura Borges que los periódicos son «museos de minucias efímeras». El maestro argentino no desbarra. Visto con perspectiva, casi todo en la vida es una minucia efímera e incluso el ramillete de mastuerzos que hoy rige buena parte de la politica mundial será una tormenta pasajera.

Los periódicos, eso sí, registran con precisión esas minucias, que adquieren la categoría de museísticas cuando el tiempo pasa sobre ellas.

Por eso, en contra de lo que asegura el saber popular, no hay nada más alentador que repasar un periódico amarillo, cargado de décadas o de algún siglo, porque con su lectura revivimos un pasado que parecía enterrado, y que sin embargo resurge en sus más mínimos detalles, así que, entre la farfolla de declaraciones, casi siempre planas, de políticos de todos los tiempos, también podemos descubrir el trasiego de barcos de vapor en un puerto de Málaga sobre el que luego crecería el Parque; la salida de diligencias que emprendían sus viajes por caminos de cabras, hoy con varios y modernos viales; el mismo trasiego de las cabras por las calles de Málaga para repartir la leche o el horror de un crimen terrible en el desaparecido y abigarrado barrio de la Alcazaba.

Sensaciones parecidas, el revivir un pasado quizás nunca vivido, es lo que experimentará el lector de siglos futuros cuando lea artículos como este o aquel. Quizás experimente, por ejemplo, el empeño suicida y bárbaro de parte de nuestro Ayuntamiento en apoyar la construcción del hotel casino del Puerto que tanto castigará nuestra Farola y nuestra imagen de ciudad (en Sevilla no se atrevieron a tanto y la torre Pelli, a pesar de su innegable impacto visual, jamás se proyectó al lado de la Torre del Oro).

Esos lectores quizás revivan o sean conscientes del infantil empeño de algunos representantes públicos por tocar las campanas del mayor número de tronos, con lo que ostentan un protagonismo que, en Semana Santa, por decoro y respeto deberían dejar aparcado y cederlo a los cofrades; pero también sabrán de la agradable sorpresa que a los malagueños les supone pasear por calles recién rescatadas para el peatón o descubrir las fachadas barrocas ocultas durante décadas y por fin recuperadas, pues está creciendo en los malaguitas la sensibilidad por su patrimonio, al tiempo que aumenta de forma exponencial el número de bares, restaurantes y tabernas…pero también el de los museos.

Y un dato curiosísimo, pese a que sea una minucia efímera: el pasado lunes estuvo en el Puerto de Málaga -con pasajeros, no con policías- uno de los barcos que acogió a las fuerzas de seguridad durante el glorioso alzamiento identitario en Cataluña, por ahora fallido.

Detalles, momentos, pinceladas que se pueden extraer de las páginas de los periódicos. Hasta la fecha en la red y en papel y en el futuro, quién sabe en qué galácticos formatos.

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