Vuelve la moda ilustrada de los jardines de aclimatación o eso es lo que aparenta un solar agreste y florecido en mitad de la calle Duque de Rivas. ¿Supermercado botánico para parcelas abandonadas?
Gracias al trabajo de la botánica Blanca Lasso de la Vega, que en su tesis doctoral nos descubrió el nacimiento y consolidación del Jardín Botánico Histórico de La Concepción, sabemos también un poco más acerca de los jardines de aclimatación que había repartidos por Málaga en los siglos XVIII y XIX.
El jardín a la altura de la calle del Agua y más metido en el XIX, el jardín botánico de los filipenses, que luego continuó el propio Instituto Gaona, fueron dos de los principales, sin olvidar el de Francisco Javier Badía, que ya aparece en el plano de Rafael Mitjana de 1838. Este último dio lugar, en el siglo XX, a una confusión transformada en urbanización: el Jardín de la Abadía (de la supuesta abadía, como es lógico, no hay ni rastro hasta el día de hoy ni lo habrá).
La aclimatación de plantas de América para introducirlas en Europa fue una iniciativa del ministro de Indias, el macharatungo José de Gálvez, que comenzó con estas prácticas en su finca de Almayate y luego continuó en Málaga capital, aprovechando que el jardinero de su finca era el mismo que cuidaba del jardín de la calle del Agua, asomado a la calle de la Victoria.
Parecía que esta lejana iniciativa de la España ilustrada había quedado enterrada en turba y abono siglos ha, pero mira por dónde, turistas y visitantes pueden toparse con un abigarrado jardín de aclimatación en el entorno del Cuartel de Segalerva y Capuchinos.
Hay que precisar que no se trata de un jardín de aclimatación al uso, pero parece innegable que en el casco urbano de Málaga se está aclimatando a la perfección un jardín subtropical de lo más solariego, porque nos referimos a un solar en estado de reverdecimiento, en el cruce de la pequeña calle San Cristóbal con la calle Duque de Rivas, que recuerda al político y dramaturgo del XIX, quien sin duda habría encontrado nuevos aires para su teatro de haberse topado con este Mato Grosso de plantas de parcela.
Porque lo cierto es que cualquier propietario que quiera darle un aspecto montaraz a su solar tiene en esta parcelita una suerte de supermercado botánico en el que hacerse con ailantos chinos, ricinos, margaritas o nicotianas que, a la larga, provocarán la indignación de los vecinos y las protestas consiguientes.
En el caso que nos ocupa, algunas de estas plantas llegan a tanta altura, que uno ya no sabe si lo ha hecho la Madre Naturaleza o es que han plantado una cucaña.
Contrasta la tupida vegetación con los huecos en los que asoman los restos triturados de antiguas baldosas hidráulicas. Y como sucede en tantas ocasiones, hay un cartel que informa de la venta del terreno, claro que causaría mejor impresión si el propietario despejara todo de maleza, para que los posibles compradores pudieran apreciarlo.
Hasta la fecha, es lo más parecido a un jardín de aclimatación, bastante menos ilustrado, eso sí, que sus antecesores.