En la calle Pinosol subsiste con tenacidad un desteñido cartel municipal que informa de las obras de apertura de la calle, que tuvieron lugar hace ocho años.
Detrás de una palabra tan complicada como la vexilología se esconde la ciencia que estudia las banderas. Sin salirnos de los estados integrantes de las Naciones Unidas, hay algunas, sobre todo en las islitas del Caribe y los Mares del Sur, que han sido elegidas por sus habitantes entre una terna de varias posibles, así que, al mismo tiempo que la enseña consigue un respaldo mayoritario, también es cierto que pierde bastante carga simbólica.
En las administraciones no suelen abundar las banderas propias, pues en nuestros días se prefiere el logotipo que, ese sí, inunda todo lo inundable y ay de quien se olvide de colocarlo en cualquier asunto relacionado con una subvención o actuación conjunta porque se ganará una bronca cósmica.
Desde hace años, además, está de moda colocar grandes carteles de metal en los lugares en los que se va a ejecutar una obra por la administración pertinente. En cierto modo no dejan de ser enseñas metálicas que pretenden dejar constancia de los logros realizados por el Ayuntamiento, la Junta, la Diputación o la administración central. Porque, por el tamaño de muchos de estos carteles y sobre todo, por el tiempo que permanecen en los sitios donde se instalan, los carteles informativos se terminan convirtiendo en hagiografías administrativas, para mayor gloria de sus ejecutores.
Es lo que ocurre a lo largo y ancho de nuestra ciudad con carteles informativos de obras que permanecen en el sitio, haciendo la función de églogas de chapa, muchos años después de que las obras finalicen. Uno de los más veteranos, el anuncio de un proyecto de la Junta que nunca se realizó y que permaneció durante 15 años en una parcela del Romeral.
Ahora le toca el turno, para tratar de ganarle en veteranía, a un cartel del Ayuntamiento de Málaga que plantó sus reales en la calle Pinosol allá por 2009, hace ocho años, porque anuncia las obras de la Gerencia de Urbanismo en esta calle, después de un parón forzoso en 2003.
La calle Pinosol, recordarán los vecinos,era una vía sin salida que causaba muchos quebraderos de cabeza . Pero las obras de prolongación de la vía para dar otra entrada a este barrio en la ladera de Gibralfaro se paralizaron en 2003 porque faltaba por expropiar una parcela. Seis años más tarde, en julio de 2009, se inauguró el último tramo de 220 metros, con la asistencia del alcalde, Francisco de la Torre, el concejal de Urbanismo, Manuel Díaz y el concejal del Centro, Diego Maldonado. Desde entonces nuestro Ayuntamiento proclama a los cuatro vientos el logro en este cartelito que resiste borrascas y olas de calor.
Eso sí, el paso del tiempo pronto convertirá la hagiografía administrativa en un mensaje ilegible porque el desteñido crece. La pregunta del millón al técnico que colocó el cartelito es: ¿por qué no se preocupó de quitarlo pasado un tiempo prudencial? Transcurrido este más que de sobra, el cartel está a medio camino entre el chiste y la pieza arqueológica.