El tranvía del Morlaco cumple tres años en las antiguas cocheras de Pedregalejo y Tran-Bus pide más protección para evitar el vandalismo, así como un tejado más digno y sobre todo, de más utilidad.
Esta semana se cumplen tres años de la instalación del tranvía del Morlaco en el espacio que ocuparon las antiguas cocheras de tranvías y autobuses en Pedregalejo, en una plaza que desde el pasado jueves está dedicada a Manuel Díaz Millán, un carpintero de las cocheras que falleció en un accidente laboral en abril del 77.
A finales de 2008, el antiguo tranvía, pese a que realizaba originalmente el trayecto Alameda-Misericordia, tuvo que tomar las de Villadiego porque una tribu de mamíferos lo hizo suyo y estuvo a un tris de ser descuartizado.
Las pacientes manos de José Ramón Rodríguez, presidente de Tran-Bus, lograron, tras miles de horas de trabajo, restaurar esta pieza histórica del transporte de Málaga, salida de una fábrica de Charleroi, Bélgica, en 1922 y en uso hasta 1961, cuando los tranvías desaparecieron de la circulación de nuestra ciudad.
La estancia del tranvía en la plaza de Manuel Díaz Millán ha sido un logro de la asociación de vecinos de Pedregalejo, que además evitó que el Ayuntamiento echara abajo el único edificio superviviente de las cocheras de 1906, destinado a las oficinas de la antigua Sociedad Malagueña de Tranvías y luego del Servicio Malagueño de Transportes.
El académico correspondiente de la Historia, Manuel Olmedo, documentó luego que se trataba de una obra de Fernando Guerrero Strachan. Lo cierto es que si se pusieran en fila los edificios notables (y hasta conventos) que nuestro Consistorio ha querido demoler sin éxito en los últimos 20 años, tendríamos lo más parecido a una ciudad en miniatura. Rectificar es de sabios.
Por eso mismo, el jueves el presidente de Tran Bus volvía a subrayar la poca seguridad con la que cuenta el tranvía y se mostró preocupado por su futuro, que a su juicio debería ser protegido en un Museo del Transporte de Málaga, si algún día se realiza.
Mientras tanto, José Ramón Rodríguez cree que se pueden hacer muchas más cosas, como elevar la altura de la barandilla de cristal, que cualquiera puede saltar con facilidad. Hace unos días, el Consistorio tuvo que reparar una de las ventanas, rotas por algún proyectil. También se ve alguna naranja encestada junto al cartel de Alameda-Carmen-Palo, en recuerdo de la antigua línea que unía el Centro con el Este de la ciudad.
El mismo cartel ya está comido por la intemperie y no ayuda mucho el apaño de techo de chapa plano, que deja el tranvía a merced de la poca lluvia que cae, si cae oblicua, y ya sabemos que el agua cambia más que los precios.
También Adolfo García, de la asociación de vecinos de Pedregalejo, apoyaba la idea de darle al tranvía un techo más digno y seguro, un tejado a dos aguas con tejas, el proyecto que en su día presentó Tran-Bus. De paso, se daría uso a las cerchas originales de madera de los hangares derribados, salvaguardadas, una vez más, gracias a los vecinos.