De lágrimas, estrellas y árboles de ensueño

24 Nov

La peatonalización del Postigo de los Abades y su entorno permite descubrir una gigantesca y maravillosa chorisia en flor, oculta durante años por el tráfico dichoso.

Como alguna vez hemos comentado en esta sección, en los años 70, al arquitecto catalán Oriol Bohígas ya le sorprendió gratamente el que algunas calles del Centro Histórico de Málaga se encontraran peatonalizadas, y eso que algunos rincones del casco antiguo, a los ojos de hoy, parecían ferias de coches de segunda mano.

La imagen más tenebrosa, para el niño con pelo cubriéndole la cabeza que era entonces un servidor, se correspondía con la plaza de Uncibay, convertida en su mayoría en un caótico mar de coches, y para recrudecer la película de terror, de fondo, el edificio que sustituyó al barco modernista del Málaga Cinema.

Con nuestro actual alcalde, Francisco de la Torre, ya en sus tiempos de concejal de Urbanismo, la peatonalización se convirtió en una prioridad y se acabó el aparcar los coches alrededor de la plaza de la Constitución, con la fuente de la Gitanillas en el centro, como si fuera un número (a motor) de una película de Esther Williams.

Uno de los últimos logros ha sido la eliminación del parque temático de la motocicleta que, desde tiempos inmemoriales, escoltaba la estatua del cardenal Ángel Herrera Oria, obra de José María Palma Burgos. Este rincón del Postigo de los Abades, con el intimidatorio edificio del Garaje Catedral, producía en muchos peatones, tanto malagueños como visitantes, el encogimiento del ánimo y el acogotamiento de los músculos.

La situación ha cambiado por completo, pues aunque el horrendo Garaje Catedral permanece, las motos salieron, paradójicamente, por pies, y la peatonalización nos ha descubierto los valores ocultos de la escultura de Herrera Oria, felizmente identificada con una placa, un reciente acierto municipal.

Pero sobre todo, ha supuesto la presentación en sociedad de un maravilloso ejemplar de chorisia que el follón de coches y motos había dejado en un tercer o cuarto plano.

Oculta, a la vista de todos, como la famosa carta de Poe, la preciosa floración que nos regala en noviembre este árbol durante el eterno veroño malaguita ha provocado que sean muchas las personas que se paran, extasiadas, ante este regalo de los trópicos. Es lo mismo que le pasó al caballero que, sin saberlo, llevaba toda la vida hablando en prosa, los malagueños hemos convivido desde siempre con esta joya botánica y apenas le habíamos dedicado un vistazo frío y fugaz, como quien contempla una señal de tráfico. La peatonalización nos ha descubierto la chorisia.

Si algún día la avenida de Cánovas del Castillo se peatonaliza, también descubriremos, en la glorieta que acompaña al meditabundo prohombre, un ficus gigantesco y frondoso, digno de asentar sus raíces en el Jardín de La Concepción.

Las lágrimas, en ocasiones, no nos dejan ver las estrellas ni el puñetero tráfico, árboles de ensueño en el corazón de Málaga.

Una respuesta a «De lágrimas, estrellas y árboles de ensueño»

  1. Como siempre, un lujo leerte y una esperanza cierta saber que lo que escribes va a permanecer en la Historia, y por partida doble : en la historia de la ciudad, estas Crónicas, y en la de la Literatura, tus magníficos relatos o breves novelas.
    Gracias, Alfonso.

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