Asomado al Guadalmedina, el solar vecino de la Peña Trinitaria lleva muchos años exhibiendo sus carencias, un agujero espacio-tiempo en mitad de un barrio histórico.
A John Lennon se le atribuye una brillante frase: «La vida es todo aquello que sucede mientras estás haciendo planes». Desde luego, se agradece que no todas las frases ingeniosas provengan del magín de George Bernard Shaw o de Mark Twain que, como Ramón Gómez de la Serna, parece que nacieron para soltar frases para los libros de citas.
A un nivel menos existencial, podríamos decir que el Urbanismo malaguita es todo aquello que se desarrolla en nuestra ciudad mientras permanece el solar vecino de la Peña Recreativa Trinitaria. Tan legendaria fama se la ha ganado un solar cargado de espolones que, hace unos siete años, fue revestido por vez primera de ese protector de color naranja que evita males mayores a las casas vecinas en forma de humedades varias y grietas.
Hasta entonces, el efecto desolador, nunca mejor dicho, era mucho más marcado, y uno podía observar en las paredes las huellas de sendas casas de este puzzle trinitario incompleto.
Los lectores que todavía conserven ese mapa aéreo de Málaga que La Opinión regaló con el arranque de este siglo, cuando las vistas de Google Maps no había nacido todavía, podrán indagar en la prehistoria de esta veterana parcelita y descubrir que en 1999, los dos solares que hoy son uno, con forma de pieza del tetris, eran un par de viejas viviendas del barrio.
El paso de los años y el interés por construir han terminado porque estas dos viviendas confluyan en un solar desolador al que se le saca algún partido en forma de atiborrado aparcamiento. Los árboles brotan con fuerza en su seno, así que desde el otro lado del Guadalmedina puede verse esta parcelita con sus propios colores deportivos: verde y naranja (la equipación de la selección de fútbol de Costa de Marfil).
Y luego está el bochorno de los cables tarzanescos, con unos postes que parecen salidos de una película ambientada en la posguerra. Uno los ve y piensa en Alemania, año cero. Las siniestras guirnaldas continúan su festivo baile aéreo hasta aterrizar de mala manera en un edificio vecino, que hace lo que puede por mantener la dignidad.
La veterana Peña Recreativa Trinitaria también estará pasando lo suyo y un servidor se imagina que no es plato de buen gusto tener de vecino esta desolación naranja.
Hasta le sienta mal a la placita de la Aurora, con su preciosa fuentecita con piedra de Sierra Elvira y la inscripción que en uno de los bancos deja constancia de las obras de reforma que de 2003 a 2005 hicieron los alumnos del IMFE.
Algún día se edificará la parcela y quién sabe si para entonces, las calabazas volverán a hablar.
Vertido al río
El Ayuntamiento ya está detrás del supuesto vertido de aguas fecales en el Guadalmedina a la altura del puente de la Concepción. Suerte y al toro.