En Fuente Olletas aparece y desaparece un pujante reguero de aguas fecales. Emasa acaba de atajarlo, confiemos, por última vez.
No hay que irse a Dinamarca para captar en toda su esencia la famosa metáfora de Hamlet, cuya sensible pituitaria le hizo concluir que algo olía a podrido en su tierra y no era un queso de Cabrales. A un tiro de piedra del Centro, en la glorieta de Fuente Olletas, el paseante podrá toparse con un olor parecido de forma cíclica.
Alguna vez hemos comentado en esta sección el famoso ejemplo de la mancha de sangre que nunca se borraba de El fantasma de Canterville, el cuento de Oscar Wilde, pero también podría servir como ejemplo, salvando todas las distancias, el fenómeno de la licuación de la sangre de San Genaro, al que tan devoto fue nuestro Carlos III, el mejor alcalde de Madrid (aunque en realidad no le gustara mucho la villa y allí solo pasara dos meses al año).
La aparición y desaparición de agua fétida en Fuente Olletas va camino de convertirse en un acontecimiento que podría aparecer y reaparecer a lo largo del año, con lo que los malagueños no tendrían necesidad de consultar calendario alguno pues sabrían, como quien examina las fases de la luna, en qué época precisa estamos, según sea el número de salidas de madre de esta especie de versión (maloliente) de los Ojos del Guadiana.
La raíz del problema, o más bien la fuente, la encontramos en un registro del número 7 de la plaza de Olletas. Como ya informó La Opinión el pasado mes de febrero, se trata de un reguero de aguas fecales que aparece de súbito, va creciendo y a medida que pasan los días suele alcanzar la Alameda de Capuchinos, así que los coches se llevan en las llantas un pequeño souvenir.
Fuentes de Emasa, valga la redundancia, informaron entonces de que se trataba de un problema interno de un bloque, notificado a la comunidad de propietarios en diciembre del año pasado. Pero parece que la contaminación cíclica de una plaza tan importante de Málaga no remueve las conciencias, sólo las aguas residuales, que han seguido saliendo, sobre todo después de un chaparrón, y han campado a sus anchas en varias ocasiones, pues el problema, explicaron los comerciantes, lleva desde octubre del año pasado.
Felizmente, ayer, camiones de la contrata de Emasa rodeaban el reguero y lo atajaban con contundencia, abriendo una zanja y acordonando la zona para evitar accidentes.
Crucemos los dedos para que este revival de la podredumbre danesa no regrese más a Fuente Olletas. En caso contrario, pues nunca se sabe, bien se puede explotar el fenómeno como atracción turística para frikis y turistas con el olfato perdido.
Adiós a la selva
Fuentes municipales informaron este miércoles de que el Ayuntamiento va a recepcionar las zonas verdes que rodean el centro social Ángel Jurado, de Segalerva-Molinillo. Si se acaba con la maleza, buena noticia.