El enorme talud reforzado con hormigón en la calle Moisés está siendo colonizado por una hiedra kilométrica para transformarlo en un gigantesco jardín vertical.
Mientras que hay individuos que necesitan un chute de adrenalina, en nuestra ciudad hay calles que han necesitado con urgencia un chute de hormigón porque no puede decirse, como Guadalajara, que Málaga esté en una llanura. Eso serán algunos barrios. Como todos saben, aquí contamos con auténticos barrios de montaña, y no hay que irse a Olías para buscar el ejemplo.
Las calles de Mangas Verdes, con el pavimento rayado en algunas cuestas para evitar que coches y peatones se escurran calle abajo, es uno de los ejemplos más claros de una existencia que sería el sueño de muchos alpinistas.
Pero esta bonita barriada de autoconstrucción tiene el problema de que, tras algunas trombas, se ha escurrido, literalmente; por eso en 2010 y 2013 hubo que aplicar dosis ciclópeas de hormigón al enorme talud que asoma a la calle Moisés, ya en Parque del Sur, del que esta semana ya hemos hablado por el vecino puente del Acueducto de San Telmo.
La calle Moisés, haciendo honor a su nombre, antes que abrir las aguas abrió la montaña y se llevó de recuerdo un buen tajo, por eso hubo que reforzarlo para evitar unas escurriuras que no fueron ninguna broma: después de la tromba de noviembre de 2012 hubo que desalojar seis viviendas de Mangas Verdes.
El resultado final, de color terroso, parece haber sido moldeado por un gigante del ramo de la alfarería. Aunque suene raro, resulta que la intervención de la hormigonera ha mejorado la Naturaleza.
En 2014 ya dijimos en esta sección que el resultado final parecía una obra de la etapa africana de Miquel Barceló, sobre todo porque el talud cuenta con unas pequeñas tuberías que sobresalen de la pared, para que esta no termine cuarteándose y parecen formar parte de una gran estructura de adobe.
Lo bonito es que a su vez la Naturaleza está haciéndose con el talud, que muy pronto dejará de mostrar la pared desnuda. Buena parte de ella ya se encuentra colonizada por una kilométrica hiedra, que está trepando por el talud con la convicción de quien va a escalar una cima de ocho mil metros.
Cuando se vendió publicitariamente la demolición de La Coracha se habló de que los jardines sustitutos iban a ser una suerte de jardines colgantes, que iban a dejar los legendarios de Babilonia a la altura del betún.
No fue para tanto. El invento quedó bastante desangelado. Para jardines originales, los que se están formando en este rincón de Ciudad Jardín. De momento agarran.
Todos los nombres
La plataforma de Ferrovial encallada en Benalmádena se llama, según subrayan fuentes oficiales, Agronauta, aunque más lógico es que se hubiera llamado Argonauta. ¿Errata o juego de palabras?