En el Paseo de las Acacias sólo quedan tres ejemplares de estos preciosos árboles que dan nombre a la calle y a la playa que hay enfrente. Por ahora, ni rastro de una reposición.
Por circunstancias que no vienen al caso, a las manos del firmante llegó un cristal estereoscópico, una de esas viejas fotografías con el motivo repetido para verlas en un visor.
En esta foto aparecía un señor entrado en años y kilos, arropado por una doble hilera de árboles. Al pie de la instantánea aparecía escrito, en letra de la época, Paseo de los Acacias. La foto, guardada en un sobre, iba acompañada por un recorte de periódico fechado en 1905. Y bien que podían cuadrar fecha y fotografía, por la vestimenta del hombre.
Las vueltas que pudo dar esa foto, y las que seguirá dando, constituyen un misterio, pero ya dijo Borges, y alguna vez lo hemos comentado aquí, que los objetos más irrelevantes, lo más probable es que nos sobrevivan, así que a ese perchero, incluso a ese paraguas que tenemos en casa, puede que les aguarde una existencia más larga que la nuestra.
Sin embargo, de lo que no cabe duda es que el Paseo de las Acacias tiene los días contados, pues el Ayuntamiento manifiesta el mismo interés por él que por las acciones de la Bolsa de Pyongyang (suponiendo que haya en la tiranía hereditaria).
Sólo hay que dar una vuelta por esa calle del Valle de los Galanes, muy próxima al arroyo Jaboneros, para constatarlo. Pero en caso de que el valiente peatón quiera realizar una incursión, deberá hacerlo con algún tipo de protección, mayormente con casco, rodilleras y hombreras, al modo de los jugadores de fútbol americano, porque hay aceras, sí, pero intermitentes, y suben y bajan, como las olas de la vecina playa de las Acacias que hay enfrente, reducido ya su nombre, Las Acacias, a la esquinita más próxima al arroyo, a partir de la llegada del paseo marítimo de Pedregalejo, cuando antes llegó a ocupar, nominalmente, la mitad de la playa, hasta el arroyo de los Pilones.
También el Paseo de las Acacias desaparecerá y de él sólo quedará el nombre, pero porque a nuestro Consistorio parece tocarle un pie el asunto.
Sólo hay que comprobarlo, además de por el estado cochambroso de las aceras, o al ver que de esa doble hilera de árboles de comienzos del siglo XX sólo quedan tres viejas acacias que cualquier día hacen mutis por el foro.
El resto de los árboles, con el paso de los años, ha ido desapareciendo y nuestro Consistorio ha optado por no reemplazarlos, ni siquiera por especies distintas. En su lugar, ha extendido las losas de las aceras, así que en el pasado mes de abril sólo han florecido estos tres ejemplares, que nos han regalado sus ramilletes de flores blancas.
Árboles tan bonitos como las acacias desaparecen hasta del paseo al que dieron nombre y que darían nombre a la playa.
No parece que sea por una cuestión fitosanitaria, pues hace unos años un portavoz municipal aseguró al firmante que las acacias se reemplazarían. El reemplazo sigue sin producirse. Pronto la frondosa foto de 1905 será una leyenda brumosa.
Fenomenal artículo Alfonso!!! Sólo hacer un pequeño comentario: las acacias son en realidad falsas acacias ya que pertenecen a la especie Robinia pseudoacacia. Un abrazo!