El entorno de la antigua fábrica de ladrillos Salyt sigue siendo un escenario cinematográfico magnífico para rodar películas sobre el desplome de Detroit o incluso de encuentros con alienígenas.
En estos días del nuevo Festival de Cine en Español de Málaga, con la esperanza de que una apertura de las fronteras del certamen llevará de la mano la subida de la calidad de las películas, esta sección ha vuelto a uno de sus sitios decrépitos favoritos, con el deseo de que un escenario poco conocido de la Málaga postindustrial animará a productores de medio globo a buscar aquí sus localizaciones.
Y así, para el caso de que un productor norteamericano quiera plasmar, baratito, el desplome industrial de Detroit, de la América blanca recelosa de las teorías de Darwin y el ascenso del populismo tarugo, no tendrá que gastarse un potosí rodando en los sitios donde ha tenido lugar ese lamentable espectáculo.
Puede, a muy bajo precio, encontrar una fábrica abandonada con espléndidas vistas en la fábrica de ladrillos Salyt, en cuya entrada principal se localiza un prometedor vertedero que tiene de fondo, ya en terrenos fabriles, varias máquinas oxidadas y hasta un palé de ladrillos que se quedó sin destinatario, así que también serviría el entorno de Salyt para cualquier película patria que aborde el auge y caída de la construcción en España.
Lo inquietante del escenario es que es real y está acompañado por tres túneles, dos de ellos tomados por la tierra y los escombros, que no son recomendables para atravesar por la noche. Por suerte, una pequeña plataforma junto a los túneles evita, si el curioso quiere, pisar el suelo más próximo a la fábrica, una papilla de barro seco, muebles y escombros bastante indigesta.
Desde ahí, pero también desde la cuesta que desciende a la altura de Monte Pavero, puede verse lo que queda de fábrica. El contraste entre un pabelloncito de ladrillo visto que parece seminuevo y las ventanas apedreadas de la fábrica, así como un módulo prefabricado del que sólo queda la estructura es muy llamativo.
No me digan que aquí no puede rodarse una escena con el actor Owen Wilson, con unos kilos de más y una peluca naranja, arengando a las masas y prometiendo mano dura contra la globalización, los mexicanos y los millonarios de Wall Street (él entre ellos).
La portada de Salyt, con la fecha 1945, parece acrecentar la sensación de estar en un escenario cinematográfico y, si miramos bien, descubriremos focos así como que las máquinas oxidadas, en realidad, forman parte del atrezzo.
Nada más lejos de la realidad. Este lugar permanece inamovible en su decrepitud y no hay visos de que ninguna actuación municipal vaya a mejorarla a corto plazo. Y si pasamos por cualquiera de los tres túneles, saldremos a otra dimensión, una Málaga limpia y verde porque justo ahí comienza el Skate Park y el Parque del Norte. A ver si, visto este contraste brutal, no se pueden rodar en el lugar, además de dramas postindustriales, películas del estilo de Encuentros en la tercera fase. Ánimo.