Una corriente literaria y periodística afín a la epopeya y los cantares de gesta promueve que la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento sean pioneros en todo lo que ponen en marcha. Así da gusto.
El otro día, a raíz del frío presuntamente polar que había congelado los sentidos de muchos malagueños de la capital, hasta obligarlos a salir a la calle vestidos como esquimales, hablábamos de Roald Admunsen, el explorador noruego que logró llegar con su expedición al Polo Sur.
Fuera ya del terreno de las temperaturas bajas, no podemos olvidar en la lista de emprendedores de la cartografía a Cristóbal Colón, Magallanes, Núñez de Balboa, ni al malagueño Ruy López de Villalobos, que descubrío para los europeos regiones ignotas de los Mares del Sur, dos siglos antes que el jaleado capitán Cook.
Tampoco, ustedes disculpen, a uno de los favoritos de un servidor, el jerezano Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que recorrió miles de kilómetros del sur de Estados Unidos, conviviendo y luchando con tribus indias, desconocidas para los europeos, una zona que hoy gestiona el mayor tarugo que ha visto este siglo, con permiso del gallito venezolano, el matón ruso y el zangolotino de Corea del Norte. Para recordar las hazañas de Alvar Núñez su obra Naufragios sigue quitando el hipo.
Esta lista de audaces exploradores -y quedarían los británicos que hollaron para los europeos rincones perdidos de África- se queda en papel de fumar si atendemos a las notas de prensa que, a chorros, salen cada semana de los distintos departamentos de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga.
Alguna vez hemos tratado este asunto y es la paradoja de que, en un mundo invadido por tanta tecnología, de los gabinetes de prensa de las dos administraciones surja un poderoso movimiento a favor de la epopeya y los cantares de gesta. Sin alcanzar el tono elegíaco del antiguo Nodo, demasiado obvio y empalagoso, en nuestros días las administraciones autonómica y municipal publicitan sus acciones imbuidas por un movimiento que podría denominarse el Pionerismo y que consiste en que buena parte de todo lo que inauguren o pongan en marcha los delegados, consejeros o el alcalde debe ser pionero en algo, aunque muchas veces no se sepa muy bien en qué.
De este modo, cualquier lector atento a la prensa de los últimos 15 años, habrá notado que Málaga y Andalucía han sido pioneras en prácticamente todos los campos del conocimiento humano y que cualquier novedad, ya sea un centro de emprendimiento, una fábrica de calcetines o un sistema de riego, automáticamente se convierte en pionera porque hemos sido los primeros en poner la pica en la Flandes de la innovación mundial.
Tanto abuso del pionerismo, sin embargo, no se refleja ni en el número de patentes ni en las novedades que nos asaltan por la calle, pues la pura realidad es que si fuéramos tan pioneros en todo como proclaman estas notas de prensa, hace tiempo que Málaga y el vecino Valle del Guadalhorce habrían desbancado a Silicon Valley, fenómeno que quizás no se produzca…al menos en los próximos siglos.