Un barrio de Campanillas y una calle al pie del Monte Gibralfaro son dos de las erratas más pertinaces de la gestión municipal.
Hace unos días, esta sección publicó una foto enviada por un compañero, que inmortalizaba un manojo de carteles informativos en mitad de la calle Granada, uno de los cuales indicaba la dirección de la plaza de la Costitución, sin la primera ene de rigor.
Las erratas, consustanciales al periodismo, tampoco son unas primerizas en la gestión pública, con el agravante de que estas pueden quedar inmortalizadas durante meses y años en la vía pública en forma de paneles, carteles o lo que se tercie, quizás porque al político medio de nuestros días, el hablar con corrección le importa tanto como la liga escocesa de fútbol y si no, recordemos los aturullamientos lingüísticos que exhibe, día sí y día también, el actual presidente del Gobierno. Y de ahí, para abajo.
Quizás una de las erratas más antiguas de nuestro Ayuntamiento, comentada alguna vez en esta sección, sea el panel de cerámica a la entrada de la barriada de Los Manceras, en Campanillas, en el que puede leerse Las Manceras, en femenino.
Este diario pudo hablar hace un par de años con la antigua familia propietaria de los terrenos, apellidada Mancera, que desciende de Ildefonso Mancera González, un dirigente del campo de los años 30, que presidió la sociedad agrícola más importante de la época, La Nueva Flor.
Como ha sido tradición en Málaga, muchas fincas se denominan con el apellido en plural de la familia propietaria, pero por un error burocrático, el Ayuntamiento cambió el género gramatical del barrio, que se ha convertido en Las Manceras, pese a que los vecinos hace años que pidieron al Consistorio que enmendara el error. Con Las Manceras, da la impresión de que la barriada toma el nombre de esta pieza del arado y no del apellido de la antigua familia propietaria.
Otra errata la encontramos en el callejero, al pie del Monte Gibralfaro. En la calle Campos Elíseos los vecinos se toparon hace años con que el Ayuntamiento cambiaba el nombre de la calle en su último tramo, para renombrarla como Sefonías. Los vecinos, algunos de los cuales llevaban 60 años viviendo en la calle Campos Elíseos, escribieron cartas al Consistorio, en las que protestaron contra el cambio, aunque sin resultado.
Lo más curioso es que nadie sabía muy bien qué demonios era Sefonías: ¿una planta?, ¿una ciudad antigua de Asia Menor?. ¿un filósofo griego? Ninguna de estas cosas, porque el Ayuntamiento cambió de nombre el tramo de los Campos Elíseos por un nombre equivocado. En realidad, quiso homenajear a Sofonías, uno de los profetas (menos conocidos) de Israel.
Otra curiosidad es que el libro oficial de las calles de Málaga, del periodista Domingo Mérida, editado por el Ayuntamiento de Málaga, ya informa de que se llama Sefonías por error. Que un servidor sepa, la última edición de libro se publicó en 2008. Como se ve, hay ganas de enmendar las cosas.