La huella holandesa de un barrio sin aceras

24 Ene

En El Atabal quedan todavía algunas huellas de los excolonos holandeses que fundaron la urbanización en 1964. Una de las pocas pegas de este rincón privilegiado es la abundante falta de aceras.

Un retrato de la reina Juliana de Holanda presidía, al menos hace unos años, la biblioteca del Atabal. Aparecía la monarca rodeada de bailarinas de Bali durante una visita de la reina a Indonesia, nación que se independizó de los Países Bajos en 1949.

En 2008, el firmante pudo entrevistar a Anne Geelen, una octogenaria vecina holandesa de esta urbanización del Puerto de la Torre que se encargó de recopilar datos sobre El Atabal.
Fue precisamente la añoranza de la colonia perdida y sobre todo, de un clima cálido, a años luz del tiempo que soportaban en Holanda, lo que empujó a un grupo de holandeses, la mayoría excolonos en Indonesia y otras colonias, a crear en 1962 en La Haya una fundación y una sociedad anónima para promover la urbanización del Atabal, cuya primera piedra fue colocada en 1964, con la asistencia del cónsul de Holanda, Enrique van Dulken.
Lo curioso es que el arquitecto, Thomas Nix, ideó para la urbanización 19 tipos de casas, muy parecidas a las que usaron los holandeses en su excolonia y como anécdota, se construyeron en un principio sin muros, así que El Atabal fue en los comienzos un barrio abierto y eso ayudó mucho a la convivencia entre los vecinos,  que recibían clases de español y organizaban numerosas fiestas en el ya desaparecido club social, incluida la fiesta que tenía lugar todos los 30 de abril, aniversario de la Reina Juliana.
Puede que quede todavía en la urbanización algún vecino holandés, pero se contarán con los dedos de la mano, pues hace nueve años no llegaban a la decena. El tiempo paso pero de esta innegable huella holandesa nos quedan las calles, con nombres de antiguas colonias holandesas de Asia y América, desde Sumatra, Borneo y Java hasta Curazao o Suriname.
También puede contemplarse, a la entrada de la urbanización, el monumento erigido en 2007 en recuerdo de esos primeros excolonos de Holanda, que vieron en la Costa del Sol lo más parecido a su esplendor perdido de temperaturas cálidas y vegetación exuberante.
Uno de los aciertos del Atabal es haber permitido árboles de gran porte fuera de los jardines privados, así que cualquiera que pasee por la urbanización se topará con preciosos pinos, grandes casuarinas y falsos pimenteros que parecen recién transplantados del Parque de Málaga.
Lo que los primeros colonos holandeses no tuvieron en cuenta, quizás porque quisieron reproducir con la máxima exactitud sus queridos andurriales indonesios, son las aceras. En muy pocos tramos puede el peatón resguardarse del tráfico por medio de unas aceras seguras. Casi toda la urbanización está rendida al coche, así que para caminar por El Atabal y disfrutar del entorno, al igual que ocurre en los Pinares de San Antón, es necesario tener ojos en el cogote. Nadie es perfecto.

3 respuestas a «La huella holandesa de un barrio sin aceras»

  1. Buenos días D. Alfonso, el Atabal es una bonita Urbanización que siempre fue muy tranquila y no necesitaba de aceras hasta que el colegio Los Olivos en la matriculación de sus alumnos puso un folleto en el que la entrada al colegio se realizara por una puerta que se encuentra en calle Sumatra que no tiene numero ni legalmente eso puede ser una entrada al Colegio. Esto en nuestra querida Málaga es así y desgraciadamente no nos daremos cuenta hasta que haya un accidente, ejemplos los tenemos, como el del colegio del Cerrado de Calderón, la triste cabalgata de hace unos años…. Después vendremos a buscar culpables. Seguridad, policía local y bomberos tienen desde hace tiempo el estudio. Gracias

  2. …»Lo que los primeros colonos holandeses no tuvieron en cuenta, […], son las aceras. En muy pocos tramos puede el peatón resguardarse del tráfico por medio de unas aceras seguras. Casi toda la urbanización está rendida al coche, así que para caminar por El Atabal y disfrutar del entorno, […], es necesario tener ojos en el cogote. Nadie es perfecto.»

    Nadie es perfecto, pero en este caso no sabría yo decir si la culpa es de los antiguos colonos… Holandeses más bien rendidos a la bicicleta que al coche (aunque Holanda es más plana que El Atabal)

    Antiguamente, a la entrada del Atabal, había una señal de calle residencial (S-28), lo cual significa, más bien que «la urbanización estaba rendida al peatón.» (no creo que fueran los antiguos colonos los que quitaron la señal…)

    Significado de la señal S-28 según la DGT:
    «CALLE RESIDENCIAL
    Indica las zonas de circulación especialmente acondicionadas que están destinadas en primer lugar a los peatones y en las que se aplican las normas especiales de circulación siguientes:
    – La velocidad máxima de los vehículos está fijada en 20 kilómetros por hora.
    – Los conductores deben conceder prioridad a los peatones.
    – Los vehículos no pueden estacionarse más que en los lugares designados por señales o por marcas.
    – Los peatones pueden utilizar toda la zona de circulación.
    – Los juegos y los deportes están autorizados en la misma.
    – Los peatones no deben estorbar inútilmente a los conductores de vehículos.»

  3. Estoy de acuerdo con lo que dice Juan Amat, y es que lo del Colegio Los Olivos es una situación embarazosa, de nueve meses al año de sudores y fatigas para poder transitar por la calle Sumatra. Es vomitativo. Y los del colegio tan «agustinos». Y los sufridos residentes, con el rostro acerado, cuando la solución sería esa, acerar las calles y, por supuesto, clausurar una puerta que es ilegal.

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