El insólito gesto de dar los buenos días

15 Dic

En las paradas de autobús malaguitas se extiende la deprimente moda de mirar a quienes esperan contigo como si fueran formaciones de cuarzo.

Pretender que cualquier tiempo pasado fue mejor es ejercer de miope, pues la idealización del pasado es una de las triquiñuelas con las que juzgamos, de forma injusta, el presente y de paso demostramos poca capacidad de adaptación.

Quienes aseguran que vivimos unos tiempos oscuros –por mucho que el país más poderoso del mundo vaya a ser presidido por un tipo con el pelo naranja– es que no repasan cómo se las gastaba la Humanidad en los años 30 y 40 del siglo pasado o lo poco que valía la vida en Málaga en el arranque del siglo XIX, cuando podías pasar al otro barrio por una epidemia, falta de cuidados médicos o la bayoneta de un francés.

Dicho esto, un servidor sí nota un empeoramiento en todo lo que rodea el transporte público en nuestra ciudad, en lo relativo al comportamiento. De ser unos usuarios afables y amantes de la conversación en líneas generales hemos pasado a ser unos siesos y en algunos casos, unas personas que nos hemos dejado la educación al salir de casa.

Hagan la prueba, si no, en cualquier parada de la Empresa Malagueña de Transportes. Si se les ocurre dar los buenos días a las personas que esperan el autobús, la reacción será, en líneas generales, bastante deprimente: habrá quienes miren al educado usuario como un tipo excéntrico o un potencial majarón al que no hay que darle cuartelillo; otros darán un respingo al ser interpelados por un desconocido y un tercer sector, impasible el ademán, seguirá a lo suyo, inmerso en el aislamiento tecnológico de nuestros días. Sólo una minoría, casi siempre personas mayores, responderá al usuario con toda la normalidad del mundo con un «buenos días», que antes era lo usual.

Al firmante, lo que le resulta sorprendente es que cada vez más malagueños de todas las edades se presenten en la parada y contemplen a los que allí esperan como quien descubre cristales de cuarzo, así que la regla general es ignorar y tratar de evitar, no ya un saludo verbal, sino cualquier tipo de contacto visual, comportamiento que se prolonga en el autobús, en el que cada vez impera más un silencio tenebroso y patético, sólo roto por el piar de los tuits o el griterío de algunos vídeos folloneros.

Quienes hace unos lustros viajaban a Londres, Praga, Viena o París solían traer a Málaga las mismas historias: el contraste entre el comportamiento alegre, natural y un punto bullanguero de los viajeros malaguitas y el silencio sepulcral del resto del pasaje de los buses, trenes, metros y tranvías europeos.

EncuestaEste ambiente mortecino, individualista, sin alma y con algunas dosis de mala educación ha irrumpido con brío en el transporte público malagueño, en el que cada vez más gente opta por no salir de su covacha tecnológica y le importa un bledo lo que le rodea, incluida la urbanidad.

Aun con el riesgo de ser considerado un calvo peligroso, servidor seguirá dando los buenos días, tardes y noches en las paradas. Hay vida fuera de la cueva de Platón.

Y usted, ¿da los buenos días? Vote en la encuesta

 

3 respuestas a «El insólito gesto de dar los buenos días»

  1. Que me lo digan a mi que soy conductor de la EMT. Doy los buenos dias o tardes a todos los usuarios y un gran porcentaje no devuelve el saludo, entre los moviles y los cascos, algunos ni te miran y te ignoran por completo, entran, pasan su abono por la maquina y te ignoran por completo. Haha la prueba y vera.

  2. Cuanta razón tienes amigo Alfonso
    Lamentablemente parece que cada vez más hoy en día en las familias supuestamente jóvenes y postmodernas se han olvidado de las más elementales normas de educación cotidiana y en eso no reparó nunca en sus intenciones la presunta Educación para la Ciudadanía

  3. El otro día fui testigo de un chofer de autobus de la linea 3 que saludaba a todo el mundo que subia al mismo. Y me encanto. A mi no me saludo porque ya estaba sentada cuando el se integro a su trabajo. Al irme yo me despedí de el. Gracias, me encanto su comportamiento.

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