En el paseo elevado entre enredaderas del Parque del Oeste algunas parejas exaltan con pintadas sus amores mientras otras rumian su ruptura.
Ponerse sentimentaloide con los amores es más viejo, y disculpen la comparación disruptiva, que cagar agachao. A la misma Emma Bovary, antes de salirse por la tangente, se le fue la cabeza de joven en el convento, cuando como don Quijote comenzó a leer novelas, en este caso de amoríos.
En nuestros días, los novelones que devoraba la adolescente Emma Bovary han sido sustituidos por las novelas del italiano Federico Moccia y sus adaptaciones al cine. Títulos como Esta noche dime que me quieres o Perdona si te llamo amor no dejan lugar a dudas del contenido y han provocado un fuerte impacto en los quinceañeros españoles que, en muchas ocasiones, se ha trasladado a las pintadas callejeras, amén de a los famosos candados en nuestros puentes.
En el Parque del Oeste, sin ir más lejos, existe un pasillo situado a Tres metros sobre el cielo (otro de los títulos), la parte superior de un muro abrazado por enredaderas, entre el estanque principal y el parque canino.
Las vistas de este pequeño paseo son espléndidas. El parque, más que reverdecido desde su inauguración, se nos presenta con todo su encanto y al fondo, los edificios blancos del Parque Mediterráneo, la chimenea de la antigua fábrica de plomo de Los Guindos y al otro lado, más verde, las torres de iluminación y los bloques de Santa Paula.
Así que aquí, en este corto paseo, se suceden las pintadas de amoríos esperanzadores y otros rotos a pedazos, con las correspondientes reflexiones.
Quizás la más curiosa de todas es una sucesión de ocho pintadas numeradas en el suelo de baldosas de barro con las que el paseante se va topando desde que sube las escaleras, salpicadas a lo largo del pasillo.
Frente al despecho y mal perder de quien escribió en el mismo suelo y con letras mayúsculas «Eres lo mejor que me ha pasado p…» (imaginen el resto), la protagonista de estas ocho pintadas escritas con letra femenina realiza una introspección de su situación y hace memoria de los momentos gratos aunque sin bajar la guardia : «¿Te acuerdas de esos meses juntos?», «¿o sólo recuerdo yo?», «¿soy la única que los hecha de menos?».
A este respecto, es muy curiosa la pintada número 7 porque la autora concluye con letras mayúsculas: «Te hecho de menos». Por suerte, una mano distinta a la anterior ha borrado la hache y puesto al lado con una flecha «sin H».
Por eso, cuando en la última pintada, la octava, aparece un corazón roto y debajo la palabra «lo siento», no sabemos si se refiere al amor perdido o a la reincidente falta de ortografía. En cualquier caso, le deseamos muchísima suerte porque en otra de las pintadas admite: «Y sí, tengo miedo a quererte más porque de olvidar no sé una mierda».
Dicen que la distancia es el olvido, y lo mejor para olvidar es pasear por el Parque del Oeste a una distancia respetable del suelo. A tres metros sobre el cielo.