José María Lobera, funcionario municipal jubilado, fue el vecino que a comienzos de los 80 bautizó su barrio como Monte Dorado. Hoy cuenta la historia.
En estas páginas ya hemos comentado en alguna ocasión cómo el Ayuntamiento de Málaga se ha encargado de destrozar, con un lenguaje administrativo más propio del entrenador Radomir Antic, el nombre original de muchos barrios de Málaga y así, La Trinidad y El Perchel los ha convertido en el lamentable mejunje Trinidad-Perchel; La Cruz del Humilladero en la escueta Cruz de Humilladero y La Palma-Palmilla la ha desprovisto del artículo y hoy es Palma-Palmilla a secas (y no se extrañen si en unos años se queda en Palma).
Nuestro Consistorio se encarga de extraer toda la poesía y sabor de los barrios y nos los devuelve transformados en sosas y despersonalizadas unidades administrativas alejadas de su historia.
Pero hay paradojas que suenan a justicia divina, como que un funcionario municipal haya sido la persona que hace algunos años bautizó un barrio y hoy es uno de los nombres más bonitos y poéticos de la ciudad (y de momento luce entero, sin que haya sido cercenado por los burócratas municipales).
El protagonista de esta historia es José María Lobera, un vecino de Monte Dorado nacido al norte de Zaragoza, en la zona de las llamadas cinco villas, muy próxima a Jaca y por tanto, en el Prepirineo. En concreto se crió en los pueblos de Sádaba y Uncastillo y como recuerda, «en mi tierra hace mucho frío y nieva mucho».
Las circunstancias le llevaron a Málaga, donde ya vivía una hermana. José María ha trabajado como funcionario del Ayuntamiento en los servicios operativos del distrito de la Cruz del Humilladero, en el que ha sido muy apreciado.
Implicado desde el comienzo en la marcha de la asociación de vecinos, cuenta que hacia 1982 los vecinos se reunían en la cuesta al comienzo del naciente barrio, la calle Pasión, pegada al Camino de Colmenar, para charlar y ahí surgió el nombre del barrio: «Nos sentábamos un rato en la acera, había que ponerle un nombre y como esto en mi tierra no existe, con el sol tan bueno que hacía pensé que le podíamos poner Monte Dorado, empezaron a quedarse con la copla y se quedó como Monte Dorado».
De hecho, fue el propio José María el que hizo el letrero de ladrillo y azulejos a la entrada del barrio, que además da nombre al famoso túnel de la autovía que pasa por debajo de este centenar de casas.
Las vistas desde lo alto son por cierto maravillosas, con Ciudad Jardín desplegándose por una ladera y por la otra los verdores del campo en estas fechas. Y ahí sigue Monte Dorado, con el nombre intacto. Juega a su favor que no tiene artículos, pero hay que estar alerta porque el Ayuntamiento, cualquier día, repite la jugarreta administrativa de Trinidad-Perchel y fusiona el vecino barrio de Mangas Verdes con Monte Dorado. Ya se lo imaginan: Mangas Doradas. Nada es imposible para la administración malaguita pero ojalá que no llegue. Enhorabuena a José María Lobera por su acierto.