Las obras del entorno de la Catedral y el monumento al cardenal Herrera Oria nos muestran por ahora una solanera con cuatro palmeras minimalistas.
Puede que usted, que está leyendo estas líneas, concluya al final de la crónica que a qué viene ponerse la venda antes de la herida. Habrá que responder que, en ocasiones, la venda amortigua el golpe y evita que la herida pase a mayores y sea algo más que una «mataúra», deliciosa y rotunda palabra malaguita empleada casi siempre para las caídas infantiles y que suele ir acompañada del verbo hacer: «Se ha hecho una mataúra».
El caso es que las extensiones preocupantes de acera, sin una sombra que llevarse a la cabeza, resultan cuando menos sospechas. Las sospechas se confirmaron en la plaza de Camas, un espacio urbano en el que los aztecas se habrían sentido como en casa por las muchas horas de regodeo del dios sol (plomizo). Los vecinos montaron en cólera y el resultado está siendo ahora mismo enmendado.
Por eso conviene llamar la atención sobre la preocupante extensión de acera monda y lironda que está plantando sus reales en la suave cuesta de la calle Cañón, tras la oportuna eliminación de las escaleras.
Como recordarán, antes de la peatonalización de este rincón catedralicio la estatua del cardenal Ángel Herrera Oria estaba acompañada por una extensión de césped, arbustos y yucas, además de por varias toneladas de motos, aparcadas según el sistema del prensado industrial.
El panorama ha cambiado de forma radical. Cierto que las motos ya no están pero de la vegetación no queda apenas nada. Ahora mismo sólo contamos con la presencia testimonial de cuatro palmeras alicastrum que han sido trasladadas unos metros para ser alineadas con calle Cañón, pues se encontraban en una isleta vecina, a la altura de la calle Charlie Rivel, informan fuentes municipales.
¿Cómo quedará este espacio?, ¿y el resto?, ¿volverá Urbanismo a repetir la solanera de la plaza de Camas aunque sea a pequeña escala? No debería provocar alergia alguna la llegada de árboles a un nuevo espacio urbano, más allá de estas cuatro palmeras minimalistas que más que sombra provocan compasión.
Por el espacio resultante, un servidor ya se pone la venda porque no parece haber muchos más huecos para plantar árboles. Pónganse ahora en el lugar de un turista cargado de años o de mochilas. Imagínenselo subiendo la suave cuestecita con el sol del verano malaguita y ni una sombra en esa agreste extensión de mármol de Sierra Elvira.
Consulten a continuación el decepcionante número de metros cuadrados de zonas verdes por habitante que tenemos en Málaga (algo más de 7 metros) en relación con los entre 10 y 15 que aconseja la Organización Mundial de la Salud y lo mismo concluyen que no estaría mal predicar en la Gerencia de Urbanismo el sano amor por los árboles y las zonas sombreadas. Otra alternativa –espectacular pero costosa– sería que los cañones pétreos de la Catedral que dan nombre a la calle Cañón soltaran chorros de agua en los meses más intempestivos. Habrá que ponerse la venda, sacar el paraguas y esperar.
Amigo mío, no se preocupe que está todo pensado. Tanta superficie de piedra, recalentándose al sol, es para que los cándidos turistas, y lugareños, aprecien con mayor satisfacción las terrazas y refrigerios que les darán los locales de restauración, que es para quienes se ha ejecutado esta magnífica explanada.
Tiempo al tiempo
No se inquiete señor Vázquez, esa bonita explanada quedará cubierta de sombras (sombrillas), mesas y sillas en cuanto tomen posesión de ella los negocios que están en la citada calle Cañon. Aquí no se da puntadas sin hilo.
Maravillosa extensión de marmol, idónea para la instalación de terracitas donde florezcan enormes sombrillas publicitarias. La alineación de las cuatro palmeras constituirán un excelente soporte para algún adorno navideño. Igual nos tienen reservados algunos maceteros, para sembrar geranios, que si los riegan encharcarán todo el marmol – sería la primera vez que un nuevo pavimiento en la ciudad no los formase – o una vez inaugurada la obra se dejarán secar para usarlos de ceniceros.
Que pena, con lo bonita que era esa calle. No van a dejar nada de MÁLAGA
Me consuela ver que los comentarios denotan que los malagueños son perspicaces y » adivinan» el futuro, aunque con el Ayuntamiento de Málaga ser profeta está «chupao «
Pegado a la pared,había romero,tomillo,lavanda,salvia,que de vez en cuando recogía para usos culinarios,ya me ha desgraciado el alcalde el mini huerto,qué fijación tiene este eñor con arrasar con todo lo verde.
Cuando se proyecta cualquier obra pública se tiene que tener en cuenta que sea beneficio para el pueblo y sobre todo procurar que haya la máxima zona verde porque es un bien para todos, a los de generaciones que vienen no les vamos a dejar ni un sólo árbol, no van a saber ni lo que es.