El discreto encanto del pasaje Clemens

28 Abr

Escondido en la calle de la Victoria, la mayoría de este pasaje de finales de 1860 sigue en pie, en recuerdo del comerciante londinense Juan Clemens Young

Mucho menos conocido que los pasajes de Heredia y de Chinitas, asomados a la céntrica plaza de la Constitución, uno de los pasajes más bonitos de Málaga continúa llevando una vida discreta, con la suerte de que el urbanismo salvaje apenas lo ha tocado, salvo en un prescindible bloque que da a la calle de la Victoria, por lo que casi podemos disfrutarlo en su integridad.

Se trata del pasaje de Clemens, en la acera derecha de la Victoria, si subimos desde la plaza de la Merced. En este lado nos encontraremos con un estrecho pasaje que termina en un artístico asiento en forma de media luna para las tertulias vecinales y que al menos ayer presentaba la huella orinácea de varios aprendices del Manneken pis.

Del pasaje original nos queda además, asomado a la calle de la Victoria, el número 26, edificado en 1868, el año de la salida forzosa de Isabel II, por el famoso arquitecto José Trigueros.

Además, los edificios originales que jalonan el pasaje se encuentran en su mayoría en buen estado, y destaca el último de todos, en forma de ele, que casi cierra el pasaje, aunque no lo suficiente como para tapar un viejo muro de mampostería que, posiblemente, no sea original porque, al menos en los planos de Málaga de finales de 1880, el pasaje aparecía comunicado al final del todo con la plaza de Santa María y Mundo Nuevo.

Hablamos en todo caso de una zona de Málaga pegada al monte Gibralfaro que desde finales del XVIII se conocía como El Garrapatal, lo que no evidenciaba unos aires de rancio abolengo.

El pasaje de Clemens debe su nombre al industrial londinense afincado en Málaga Juan Clemens Young, quien compró los terrenos de la huerta del convento del Carmen, en El Perchel, para montar con Adolfo Príes la fábrica de licores El Carmen.

Clemens, que se casó con Dolores Ramírez, vivía en una fastuosa vivienda que se construyó en la entonces Alameda de los Tristes, hoy Alameda de Colón, el actual edificio del BBVA.

El profesor Francisco Rodríguez Marín informa de que además, en la Alameda de los Tristes tenía un despacho en el que vendía bitartrato de potasio, también conocido como piedra de potasio, que se usaban para acelerar la precipitación de residuos en las botellas de vino, antes de comercializarlos.

De Clemens también se sabe que donó una fuente al Parque y que está enterrado en el panteón que lleva su apellido, en el Cementerio de San Miguel, muy cerca de la entrada y en la calle principal del camposanto, lo que nos da una idea de su importancia en la Málaga de la época.

Desde el fondo del pasaje podemos ver justo enfrente una preciosa casa de estilo regionalista. El haber quedado parapetado y escondido este rincón de Clemens es lo que posiblemente le ha salvado del aciago destino que han sufrido buena parte de los edificios más notables de la calle de la Victoria.

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