Eduardo Ocón, a la altura del betún y Justin Bieber

18 Feb

El recinto musical del Parque continúa invadido por pintadas que atentan contra la Real Academia de la Lengua y la música escuchable

La lluvia lavaba ayer el cogote bronceado (de bronce) del compositor Eduardo Ocón, el busto que acompaña el recinto musical que lleva su nombre en el Parque. Entre el graderío el agua culebreaba y convertía las gradas en las piedras pulidas de un río súbito, de aparición instantánea, mientras la enorme araucaria que escolta el conjunto no desentonaba porque recordaba un paraguas plegado.

El recinto Eduardo Ocón, inaugurado hace cosa de medio siglo, fue una brusca irrupción musical en mitad del Parque, que tuvo que perder algunos metros cuadrados de árboles y plantas para dejar espacio al pentagrama.

El recinto, sin embargo, se fue aclimatando y sobre todos los malagueños, que hace tiempo que lo hicieron suyo pues además tiene alicientes artísticos como esas gaviotas en pleno vuelo captadas por el ojo aerodinámico del escultor Jaime Pimentel, que como muchos sabrán tiene en las inmediaciones la escultura más famosa del Parque, el burro Platero, de estructura reforzada para que soporte el peso de varias generaciones de niños.

Pero, aclimatado como está el recinto y los malagueños a él, al igual que en la escuela necesita mejorar porque sigue luciendo unos paneles blancos tomados por las pintadas más variadas, la mayoría de ellas expresiones y nombres musicales en inglés y direcciones de redes sociales.

Y aunque el arte musical de Ocón no es comparable con el de Juan Sebastián Bach ni con el de ninguno de sus hijos, no deja de resultar cierta afrenta que el espacio luzca en una pintada el nombre de Justin Bieber, el maquinador canadiense de canciones que vende discos como rosquillas, sin olvidar a One Direction o a Miley Cirus, que también aparece y cuya calidad musical, a juicio de un servidor, está cerca de toda duda.

En todo caso, en este gazpacho de canciones, expresiones en inglés (o habrá que decir, en americano), direcciones de twitter, instagram y de correos electrónicos, se agradece el bajo número de pintadas insultantes y las pocas que hay están en su mayoría en anglosajón.

Hay, eso sí, pequeños detalles que sin embargo son muy reveladores de estos tiempos, porque Ana, Ángeles, Irene, Miriam, Alma y Lucía no se han limitado a poner sus nombres, ni siquiera lo han acompañado de una expresión muy común en las pintadas malaguitas y que entraría en el universo sórdido de Belén Esteban («las más xulas»). Este grupo de amigas ha optado por denominarse «las Divas», una constatación más de que en este mundo lo que importa es la imagen y el famoseo y ríase usted de los que piensan.

Los paneles, por la parte exterior, lucen pintadas de tamaño hollywoodiense. No estaría de más que nuestro Ayuntamiento lavara a fondo el Eduardo Ocón. Quizás entonces el busto del músico malagueño deje de soltar lágrimas bajo la lluvia por la inquietante proximidad del Justin Bieber y cía.

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