Las mesas se extienden por el Centro a la misma velocidad que se deforesta el Amazonas. El Ayuntamiento hace bien en poner un poco de orden
Hay cuestiones que resultan peliagudas. Nuestros políticos autóctonos prefieren el adjetivo «sensible». «Sensible» y «sensibilidades», aparte de que suene un poco a novela de Jane Austen, son dos de sus palabras favoritas y de ese carro no los apees. Y un dilema sensible es el que llevan planteando los vecinos del Centro en los últimos años, porque como recuerda estos últimos días La Opinión, están hasta el gorro de la sobreexplotacion hostelera.
La sobreexplotación hostelera está directamente relacionada con la deforestación del Amazonas. En proporción, avanza por el Centro Histórico de Málaga a la misma velocidad que la Amazonia se convierte en un paisaje manchego.
Incluso, hay vecinos del Centro que aseguran que si a ciertos hosteleros se les diera todavía más mano libre, las mesas y sillas de sus establecimientos se extenderían hasta la Cuesta del Romeral, a punto de tomar posesión, en una inabarcable terraza continua, de la Vega de Antequera.
La lista de incumplidores de las ordenanzas municipales, de abusos de ocupación de mesas en la vía pública, es tan grande, que nuestro Consistorio quizás debiera optar por colocar en el edificio municipal una sencilla placa de mármol con los hosteleros que sí cumplen a rajatabla con lo establecido.
Esa es al menos la sensación cuando los peatones tratan de sortear las mesas que rodean como en fort Apache las esculturas de las plaza de Uncibay, literalmente engullida por las mesas, los atosigantes pasillos que se forman en la zona de calle Strachan, la plaza del Obispo, en Sánchez Pastor y en la mayoría de los ramales que salen de la calle Larios.
Resulta fantástico que el negocio de los restaurantes sea una de las pocas salidas esperanzadoras de la crisis, pero si un número importante de hosteleros se comporta como Guzmán de Alfarache, contribuirá a forjar un Centro Histórico incómodo, ruidoso, de los de una y no más, además de que ponen su granito de arena para el éxodo de los vecinos y la desesperación de quienes no les queda más remedio que quedarse.
No resulta de recibo escudarse en la creación de empleo para incumplir a diario las ordenanzas municipales. Por eso, hace bien el Ayuntamiento en ponerse exigente y tratar de recuperar espacios de la vía pública. Si el descontrol continúa, los bares y restaurantes del Centro serán como esa escalinata del Ayuntamiento los días en que posan los del Málaga Valley: una masa sin desmesura. Un poco de sensibilidad.
Todo un clásico
Ayer, ante el monumento el biznaguero, un guiri posaba para la foto en la misma pose que la escultura de Pimentel, pregonando brazo en alto las biznagas. Un clásico de la pose fotográfica en ciudad ajena como puede serlo en fútbol el Madrid-Barcelona.