La escuálida realidad en La Trinidad y El Perchel

2 Nov

El catálogo de inmuebles con pinturas murales del PGOU solo tiene seis casas de estos dos barrios pese a que el pleno pidió en 2007 que se actualizara

El año 1730 viene a ser, año arriba año abajo, aquel en que Maricastaña hizo la primera comunión, lo que nos da una idea de su lejanía.

En España reinaba Felipe V, el primer Borbón. Había traído a España, como el chiste, «un poquito de organización», para poder contar con una administración más moderna y eficaz que dejara en el baúl de los recuerdos los reinos medievales y sus privilegios, aunque permitió a vascos y navarros seguir disfrutando de sus fueros por el apoyo de estos súbditos a su causa durante la Guerra de Sucesión, justo lo contrario que hicieron los catalanes.

En esos tiempos Málaga, a grandes rasgos, todavía no había hecho su entrada en la Historia. Seguía siendo una ciudad segundona del antiguo Reino de Granada, y tendría que esperar al hijo de Felipe V, Carlos III, para hacer su metafórica aparición en el escenario nacional e internacional.

En ese mismo año, en el entonces número 35 de la calle Cerrojo, un emocionado propietario levantó una casa que, como la de los alrededores, tendría una fachada inundada de colores. Antes de que el uniformador siglo XIX pintara las casas de blanco, el Siglo de Oro nos dejó en las calles del Centro una lluvia de colores que habría entusiasmado a José Manuel Cabra de Luna. La de calle Cerrojo es conocida como la Casa del Obispo y parece que hace referencia a un obispo de Ávila que en esta calle recibió una parcela que consta en los repartimientos de Málaga. También se cuenta que en esta casa vivió el famoso obispo de Málaga Fray Alonso de Santo Tomás, hijo bastardo de Felipe IV, pero sería en una vivienda anterior porque este obispo murió a finales del XVII, o quizás la casa original solo tuvo una reforma en 1730.

Obispos aparte, exhibe una barata pero efectiva decoración pictórica de motivos geométricos, así como simulación de mármoles exóticos y dinteles de ensueño.

Esta fastuosa mansión puede admirarse todavía en El Perchel. A entender el milagro de su supervivencia ayuda el saber que se trata de la sede de la Empresa Pública de Suelo de la Junta de Andalucía, actualmente en el número 38 de la calle.

No es complicado concluir que había muchas más casas con pinturas murales en El Perchel y en la Trinidad. Así lo entendió el pleno municipal de septiembre de 2007, que aprobó por unanimidad la actualización del catálogo de inmuebles con pinturas murales del PGOU, recalcando en especial estos dos barrios.

Sin embargo, y como denunció la pasada semana la plataforma en defensa del Patrimonio Torre Vigía en este diario, la lista de viviendas protegidas en la Trinidad y El Perchel es escuálida, por no decir ridícula: tan solo seis inmuebles en total. ¿De verdad que son las únicas casas de la zona con pinturas murales o susceptibles de tenerlas? La actualización del catálogo en abril de este año no ha supuesto mucha novedad para la zona. Si nuestro Ayuntamiento le pone ganas, pues las buenas palabras ya se escucharon en el pleno de 2007, quién sabe si no nos esperan más sorpresas en estos dos barrios como la que en su día supuso esa maravilla de la calle Cerrojo, 38.

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