Mucho se ha hablado de los agujeros negros y del misterio de sus absorciones. Hoy, en este Viernes Santo de tinieblas y antes de que llegue la luz del Domingo de Resurrección nos volvemos a desplazar a la barriada de Carlinda, que cuenta con uno de esos rincones que parecen surgidos de alguna hecatombe urbanística de tiempos mitológicos, si me permiten la exageración.
Porque uno parece pasear por esta zona del barrio como si lo hiciera por un espacio habitado en su día por gigantes y titanes, una zona de Málaga que no pertenece al año 2013 sino a alguna película de catástrofes de Charlton Heston (Carlinda 73, por ejemplo).
No se entiende muy bien que a cinco metros de lo que se conoce como el centro neurálgico del barrio (lo de neurálgico es una cursilada que ha prendido con fuerza en los medios de comunicación), exista este agujero negro tan evidente. Nos referimos a una calle junto a la confluencia de Nuestra Señora de Tiscar con la calle Padre Martín. La calle, afortunadamente, no tiene nombre, pues la persona o entidad con semejante distinción difícilmente se sentiría honrada por ello e interpondría una denuncia al Ayuntamiento.
Consiste esta vía desgraciada en cuatro escalones mal contados, deslavazados y en los que crece la hierba y abundan las cacas, algunas de un tamaño tristemente ciclópeo. Este descenso a los infiernos, acompañado por un muro cuajado de pintadas de inexistente calidad artística, desemboca en un terrizo encharcado que a su vez da a una profunda acequia, tapizada de vinagretas y un poco más adelante, los despeñaderos de la fábrica de ladrillos Salyt.
Como se ve, un prodigio de seguridad para el pobre iluso que quiera dar un paseo por estos andurriales. El descalabramiento es una de las opciones más seguras que tiene.
Como este terrizo de planta irregular no tiene oficio ni beneficio, se utiliza de improvisado aparcamiento y los coches se acumulan como quien los tira rodando por una cuesta.
Da además a la parte trasera de uno de los bloques de Carlinda. Dé usted una vuelta por esta parte del barrio y recordará cómo estaban la mayoría de barriadas de Málaga en los años 70. Que 40 años más tarde esto siga hecho unos zorros es un misterio inexplicable y por qué no decirlo, indignante.
La única solución que uno ve es una iniciativa popular: una recogida de firmas para que Carlinda tenga una calle dedicada, pongamos por caso, al actual presidente del Gobierno Mariano Rajoy.
Ante esta tesitura y dada la vergonzosa situación de la vía, el Ayuntamiento no tendría más remedio que adecentarla a marchas forzadas antes de la inauguración. Es una idea.
En las alturas
Y en este Viernes Santo cómo no recordar ese afecto andante que siempre ha sido Rafael Pérez-Cea, quien, si el tiempo acompaña, no se perderá desde las alturas la salida de su Virgen de Servitas esta noche.