La Junta de Andalucía ha tenido a bien colgar en internet (youtube) el vídeo en el que publicita las bondades del metro de Málaga en superficie. Es una pena que, en el momento de escribir estas líneas, el vídeo tenga tan pocas visitas porque si uno lo contempla, termina por decantarse por el metro bajo tierra.
El argumentario audiovisual, como dirían algunos androides de la política, comienza repasando ciudades europeas nada díscolas en las que el metro transita en superficie por el casco urbano, a modo de los antiguos tranvías, sin que sobre ellas hayan caído las siete plagas de Egipto. Ahí están, dando ejemplo, Burdeos, Montpellier y Sevilla.
Pero el vídeo parte de una realidad bastante tozuda y, para muchos malagueños, insalvable ya que se trata de un auténtico plan B y ahí radica la pega.
El caso es que cuando se dio la primera paletada de tierra para comenzar el metro el plan a seguir era el A, así que durante muchos años la Junta apoyó y promovió el metro bajo tierra desde la Alameda al Palo, el infinito y más allá. Estamos por tanto ante una opción secundaria porque los dineros escasean tanto que, de vivir el cuentista Chéjov, ya no podría decir eso de que las hojas secas brillan «como monedas de oro», pues hoy nadie recuerda un brillo así.
Nos encontramos ante una solución de compromiso, provocada por circunstancias económicas aciagas, así que el vídeo, que tiene la pega de obsequiarnos con unas letras minúsculas y borrosas, se centra en eso que se llama la imagen fuerza, la sorpresa final que consiste en comparar la Alameda Principal en la actualidad –con un ruido infernal de coches– con este mismo espacio atravesado por el metro tranviario. En ese idílico escenario sólo se escucha la campanita del transporte público y los pájaros. Claro que esta escena pastoril también puede lograrse si el metro va bajo tierra. Nada impide aprovechar la llegada del subterráneo para peatonalizar la Alameda, así que ese argumento tampoco convence mucho.
Por cierto que hace unos días el presidente de un importante colectivo ciudadano –nada sospechoso de militar en las filas populares– intrigado por este dilema existencial digno de serie británica (Arriba y Abajo), consultó con un reconocido exresponsable del metro. Los dos coincidieron en los problemas que para el tráfico causaría en Málaga Este un metro pasando cada pocos minutos por la superficie.
Pero si todavía tienen dudas, quedémonos con la frase inmortal del director general de Movilidad de la Junta de Andalucía, frase que merecería presidir con letras de oro los vestíbulos de todas las estaciones de nuestro metropolitano: «Las personas no son topos».
Con razonamientos como este –¿guiño cinéfilo a Forrest Gump?– sobran todos los vídeos del mundo. El metro del Centro al Palo, mejor bajo tierra aunque tarde 20 años. Los malagueños hemos decidido ser topos. Qué le vamos a hacer.
Lección de optimismo
La Asociación de Amigos del Museo de Málaga es, desde su fundación en 1999, un apoyo continuo a la cultura y una lección de optimismo después de 15 años sin Museo de Málaga.