Entre las teorías más disparatadas pero atractivas del mundillo literario está la que afirma que William Shakespeare en realidad no sabía hacer la o con un canuto y que todas sus obras fueron escritas por el conde de Oxford, Edward de Vere, aunque no ha sido el único al que le han encasquetado la producción de su genial compatriota.
Ocurre algo parecido con Jack el Destripador, del que cada año sale un libro en el que se afirma que Jack era en realidad el médico de la reina Victoria, un empleado londinense y pronto saldrá el que achaque los crímenes a algún ama de llaves.
En Málaga no se aprecian conspiraciones de libro, salvo las que bullen de vez en cuando en los partidos políticos y las que enarbolan personajes como Sánchez Gordillo, que hoy es noticia porque no tiene permiso para marchar por Málaga y que ha pasado de defensor de causas perdidas a auténtico Mocito Feliz de Izquierda Unida, aunque sólo sea por su innata querencia por las cámaras y las televisiones.
Criticar a este Juan sin Tierra le ha valido al portavoz municipal de IU, Pedro Moreno Brenes, el calificativo de «aburguesado» por el sector más rancio de su formación, ese que todavía vive en los tiempos arqueológicos de Federico Engels, quien por cierto siempre fue un próspero burgués que nunca dejó de pasarle dinero a Carlos Marx para que mantuviera a su familia.
Hace años un servidor conoció a un jeta que presumía de recolectar comida en los supermercados del Centro Histórico, por supuesto sin pagar, porque estaba en contra de la sociedad de consumo, aunque lo extraído era para su consumo personal. En la actualidad, este sujeto está metido en casi todos los movimientos antisistema de Málaga, desprestigiando de forma injusta todo lo que le rodea.
Con Juan Manuel Sánchez Gordillo la lucha de los más desfavorecidos de Andalucía corre un serio riesgo de desprestigio por su pose histriónica, su injustificada apología del delito y una visión del mundo muy similar a la de los hombres y mujeres que vivieron en 1870. Habría que actualizarse un poco.
Para salir de esta crisis injusta, que exhibe lo peor del capitalismo, no necesitamos a lo más carca del sector conspirativo del Parlamento de Andalucía sino a políticos inteligentes y alejados de todo radicalismo, capaces de sacarnos las castañas del fuego sin mangar en supermercados, bañarse en piscinas ajenas o gritar consignas vacías con el pañuelo palestino al cuello (flaco favor, por cierto, para la causa palestina).
El resultado de todo este vodevil es la proyección de una imagen falsa de Andalucía, que refuerza su tópico de sur profundo y sin ley.
En una tierra en la que la mayoría de los locutores todavía maquillan avergonzados su acento andaluz y que en cada proceso electoral tiene que escuchar comentarios despectivos de políticos incultos de otras regiones de España, lo que nos faltaba era este parlamentario impulsivo, que tan bien habría encajado en la Comuna de París, no así en un siglo XXI que no está para visiones tan simplonas y conspirativas de los problemas.
Señor Alfonso, en mi opinión, Manuel Chaves, Aznar, Zapatero, Griñán o Rajoy han sido y son bastante más dañinos y peligrosos que Sánchez Gordillo. Le ruego que dedique, cuando (y si) usted lo estime conveniente, un artículo a cada uno de ellos (con foto incluida).
Un saludo, y muchas gracias