Está por ver si los políticos malagueños pasarían con nota el informe Pisa, pues 9 de cada 10 no saben utilizar la preposición de tiempo y lugar «desde», esa por la que ya clamaba en 1975 don Fernando Lázaro Carreter, alertando de la ola de desdeísmo que hoy nos invade («desde el área municipal X estamos trabajado», «desde mi opinión pienso que», «lo digo desde la convicción»). En ese artículo de hace 37 años ya decía don Fernando que «desde ha empezado a usarse sin marcar lugar ni tiempo, y hasta sin apuntar nada, como en inglés».
En lineas generales, el político malagueño anda justito de expresión oral, y eso porque no hemos podido examinar su caligrafía (y no hablamos de casos extremos como el que cuenta esa periodista que dice ruborizarse cada vez que una conocida diputada malagueña habla en los pasillos del Congreso, además con un volumen que deja sordos a los leones que lo guardan).
Los profesionales de la política cada vez ingresan más jóvenes en el mercado laboral de los partidos políticos –del que sólo salen de él si los echa el sector crítico– y caen presos de las estructuras lingüisticas y las barbaridades sintácticas de lo políticamente correcto, amén de una catarata de expresiones hechas que al cabo de los años los homogeiniza por lo bajo.
A pesar de las diferencias ideológicas entre socialistas y populares, en líneas generales se expresan en la misma jerga, que actúa como un bulldozer contra la lengua española, esa que también nos encargamos de destrozar los periodistas, a quienes también nos tienen que echar de comer aparte, pues estamos presos de tics parecidos.
Resulta descorazonador escuchar a un responsable público hablar de que pronto va a cambiar «la climatología», cuando de producirse sería un hecho de importante repercusión en las universidades pero no en los cielos, pues se trata de la ciencia que estudia el clima.
Resulta descorazonador contemplar un monumento de alto contenido simbólico para todos los malagueños como es el busto al concejal asesinado por ETA José María Martín Carpena, en el parque Huelin, y descubrir que en el texto que lo recuerda puede leerse eso de «los Malagueños y las Malagueñas», una expresión que menciona a los dos sexos (que no géneros que eso es un palabro inglés) pero que resulta incorrecta además de cansina para muchos.
Y recordemos esa política que dijo que el tercer hospital de Málaga seguía sin tener ubicuidad.
La lista de despropósitos daría para un libro humorístico (Cómo hablar como un zoquete sin dejar la lista más votada).
En líneas generales, nuestros políticos están cada vez más pendientes de las redes sociales, más arrimados a las últimas tecnologías, conocen los misterios insondables del coworking, el cluster empresarial, el network y el couching, así como expresarse sin herir a ningún colectivo, incluido el de los susceptibles, pero si tuvieran que enfrentarse al informa Pisa, muchos de ellos sufrirían congelación parcial de la sangre, temblores de piernas y sudoraciones. No las tendrían todas consigo.
Es de agradecer el buen humor (y la información), señor Alfonso.
Un saludo, y muchas gracias.