Las pintadas rupestres del túnel de la Alcazaba

3 Ago

La Unesco todavía no se ha personado en el túnel de la Alcazaba para valorar la pérdida de las modernas pintadas rupestres que durante años simbolizaron la creatividad artística de nuestro chusmón malagueño, entendido como el adolescente con tendencias violentas y querencia a hacer el caballito con la moto, amén de a lucir, al menos entre los varones, pelado cenicero.

Empleados municipales borraron a mediados de la pasada década sentencias inmortales que ríete tú de Séneca y Cicerón como «con un porrito yo me lo lío» o «María, la pestosa puerca», resúmenes del peculiar modo de vida cosmopolita y mediterráneo de algunos de nuestros aborígenes.

Pero la creatividad puede derribar murallas (y desgraciar murallas también) y al igual que en el paso del Paleolítico al Neolítico nuestros antepasados subieron muchos enteros en la decoración interior de sus cuevas, el paso de una sociedad inconsciente, dedicada a levantar centenares de urbanizaciones de Nerja a Estepona a otra que no llega ni a mitad de mes ha revivido el fenómeno de las pintadas rupestres.

Y acorde con estos tiempos de estrecheces, se trata de pintadas sobrias, casi esquemáticas, como las pinturas de sus antecesores del Neolítico final. Y en la mejor tradición del arte rupestre, hay un regreso a los tonos ocres, aunque combinado con verdes, rosas, azules, negros y amarillos, que de todo hay en la viña.

Así, de color ocre es este misterioso «Mbq comemeee» que puede simbolizar hambre o más bien reto chulángano sexual, así que cada uno imagine lo que tiene que digerir el ignoto o la ignota Mbq. En la misma línea de repetición absurda de vocales tenemos en azul marino la pintada «mariiia», mientras que menos críptica es la pintada que reza «mr.perroflauta» acompañada de un sol y un corazón, aunque no hay rastro ni del perro ni del instrumento de viento.

Llama la atención también una pintada con los colores de moda este verano entre los adolescentes (naranja fluorescente) en la que se lee «Rivas te amo», seguida de un corazón y un signo de admiración (a ver si la relación avanza, se cogen confianza y ya no se llaman por el apellido).

Y sigue realizando gestas creativas un tal «dekrepit», que además de dejar en letras hollywoodiense un nombre tan deprimente, acompaña sus trazos con una botella gigante que recuerda a la escuela del gran Ibáñez (¿cuándo piensan nombrar a este genio del tebeo Premio Príncipe de Asturias?)

Y lo más llamativo es sin duda una pintada en rosa, al lado de otra con el nombre cavernícola de «Trikit» que reza nada menos que «Atapuerca». ¿Estamos acaso ante un moderno templo de la pintada rupestre y nosotros sin saberlo? Que los inspectores de la Unesco decidan.

La lección

A pesar de haber sido retocada por impulsivos homúnculos, que la llenaron de pintadas insultantes hace unos meses, la peña Bética de Málaga, en la Calzada de la Trinidad, luce dos carteles felicitando al Málaga porque juega la Champions. Toda una lección para los abertxales del fútbol.

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