Una golondrina no hace verano y un funcionario borde no refleja los miles de trabajadores que atienden al público en toda España. Tampoco los funcionarios que atienden a los usuarios son monolíticos y en ocasiones se muestran amables, otras, correctos y a veces, parecen situarse a años luz de la carrera diplomática.
La vida, en suma, es una lotería de altibajos emocionales y lo cierto es que esta semana, a una amable usuaria del centro de salud de la Trinidad, en la calle Sevilla, no le tocó precisamente la pedrea sino, qué le vamos a hacer, un funcionario gallito (o para no generalizar, en la fase emocional del cenizo).
Nuestra protagonista es una mujer de 67 años, algo dura de un oído. Los años y el trabajo le han mermado agilidad en los andares pero no en educación ni campechanía, por eso saluda siempre a todos los trabajadores, a los que conoce desde hace años.
A quien no conoció esta semana fue al señor que estaba atendiendo al público, que en ese momento eran cuatro gatos. Y como en verano las consultas cambian más que los precios, se acercó al mostrador y como para ella todo menor de 55 años es un niño le preguntó: «Oye niño, ¿la consulta de Don Félix dónde la han puesto hoy?».
La respuesta de este hombre fue la digna de un broker de la bolsa de Atenas: «¡No,a ver si voy a tener que atender a 15 personas a la vez!». La señora miró para atrás y comprobó que seguía habiendo cuatro gatos, quizás demasiados para el funcionario en fase emocional del cenizo, así que con mucha educación le pidió un irónico favor: «Niño, la próxima vez que convoquéis una manifestación para que no os quiten la paga extra llámame que yo me apunto la primera».
Y esta mujer de 67 años y problemas de equilibrio se marchó con dignidad a recorrer todo el santo centro de salud en busca de la consulta de Don Félix, dada la receptividad del borde del mostrador.
Como apuntó a este firmante la hija de esta usuaria ninguneada, si se comprobara que la bordería no es un fenómeno pasajero sino intrínseco del sujeto, el lugar ideal para este tipo de personas sería un departamento de sellado de documentos, a su vez convenientemente sellado y bien alejado del público (ese que por cierto costea la atención al público). Confiamos en que sólo ha sido un pronto.
Metapintura
La estatua a Picasso de la plaza de la Merced no sólo da juego a los turistas para abrazarse al insigne homenajeado, sino también para realizar guiños metaartísticos que habrían encantado a don Pablo.
Y es que, hace unos días, un pintor, paleta en mano, estaba sentado junto a la estatua de Picasso mientras pintaba con paciencia la Casa Natal.
Encaje
En la calle Alta, esquina con la calle Dos Aceras, un edificio de nueva planta da nuevos aires a este veterano rincón del Centro, consiguiendo encajar en el entorno sin estridencias.
Respecto al artículo de arriba, me identifico plenamente, sabes que me encanta como escribes, tu ironía y humor no enmascara tu estilo crítico y los principios de buena educación. Si trasladamos el ejemplo de este soez funcionario, que no respeta la edad, y a veces hasta la falta de oportunidad formativa de algunas de estas personas a algunos compañeros de la prensa, encontraríamos especímenes que estarían mejor en el archivo que poniendo de manifiesto su escasa formación, no periodística, sino la de los valores que nunca deben faltar en cualquier profesión. En la viña del Sr. hay de todo, es la condición humana.
Un abrazo,
Paco Luis