La ventaja de un periódico es que puedes precisar, corregir o enriquecer la información del día anterior, algo que en un libro conllevaría una costosa segunda edición.
El pasado martes el firmante publicó un artículo sobre el palacio de Félix Solesio en la calle Granada, conocido como el palacio de los Gálvez. Para la ocasión se puso en contacto con el pintor Rodrigo Vivar, cuyo suegro vivió en este palacio y que por tanto conocía la historia del escudo de los Gálvez de la mansión.
Al día siguiente un servidor pudo hablar con una fuente más directa, la mujer de Rodrigo Vivar, María Isabel del Río, que nació en el palacio de la calle Granada y que si quisiera podría escribir un libro sobre esta mansión, en la actualidad olvidada de la mano de la inmobiliaria Salsa.
La charla con María Isabel ha servido para desvelar, de forma definitiva, el misterio de la llegada del escudo de los Gálvez a la fachada de la casa, pues una de las teorías más repetidas es que el escudo pudo colocarse gracias a Ángeles Rubio-Argüelles, amiga de la marquesa de Larios, ya entonces propietaria del edificio, pero la teoría ha terminado siendo refutada.
La vinculación de la familia de María Isabel con la casa es más antigua, pues fueron sus abuelos quienes alquilaron uno de los pisos de la mansión nada menos que en 1912 y allí vivió su madre, María Josefa Ravassa, tía del exalcalde Cayetano Utrera, hasta el año 2000; 88 años por tanto de vinculación familiar con el palacio.
Cuenta la mujer de Rodrigo Vivar que esta casa era propiedad de la familia Romero, murió el marido en la guerra y la viuda, Aurelia Sierra, con siete hijos y necesitada de recursos, vendió el palacio a la marquesa de Larios hacia finales de los 40 o primeros 50. Con la venta, la antigua propietaria dejó el piso que tenía en la propia casa, de 500 metros cuadrados, para mudarse a uno más pequeño. En el inmueble también vivía don Hipólito, el párroco de Santiago.
En cuanto al escudo de la fachada, destaca María Isabel que el original sí era el de la familia Gálvez, pero durante la Guerra, dos sujetos subieron a una escalera y con martillo y cincel acabaron con el símbolo heráldico.
Fue el padre de María Isabel, secretario entonces en Macharaviaya, quien repuso el escudo rescatando un escudo de los Gálvez que yacía olvidado en el cementerio del pueblo y colocándolo en la fachada de la calle Granada, donde sigue en la actualidad.
Así pues, según el testimonio de la antigua inquilina de un palacio en el que su familia ha vivido casi todo el siglo XX, antes de la Guerra Civil ya existía un escudo de los Gálvez, que fue repuesto por su padre en la fachada, empleando uno de Macharaviaya.
El escudo de los Gálvez en un palacio que pertenecía a otra persona es lo que ha hecho perdurar el error de que el inmueble perteneció a esta familia. En realidad, vinculación había con el propietario original, Félix Solesio, empresario de la fábrica de naipes de Macharaviaya, quien logró la concesión por mediación de don José de Gálvez. Quizás el escudo fue un detalle de cortesía y homenaje con la familia de quien fuera ministro de Indias, que falleció tres años antes de que se terminara este precioso y hoy desvencijado inmueble.