Si ustedes no han entrado a la Escuela de Bellas Artes de San Telmo, en El Ejido, todavía están a tiempo. No es una facultad al uso, como demuestra su escalera con azulejos flamígeros, ni la entrada, en la que comparten espacio estatuas de porte clásico con esculturas florecidas al aire libre y proyectos para renovar tiendas o decorar vagones de tren.
La creatividad continúa en la sala de exposiciones, donde estos días expone la artista Mari García, que si hace poco desplegó en un restaurante del Muelle de Heredia su capacidad de reinventar las playas de Málaga en una oleada de originales fotografías, ahora nos ofrece su particular punto de vista sobre los pequeños detalles de la vida para el que ha regresado a la infancia con la capacidad crítica a pleno rendimiento, igual que la ironía.
La exposición se llama Jeu de fille, algo así como juegos de niñas, y en ella abundan las poupées o muñecas, convertidas en inesperados collages, criaturas de la isla del doctor Moreau o en figuras completas que saltan y brincan sobre setas alucinógenas y otros escenarios surrealistas que no por ello son barrocos, sino que al contrario, economizan muy bien el lenguaje visual.
Porque la exposición de Mari García puede verse también como una puesta al día de esos poemas visuales que alumbraron las vanguardias de comienzos del siglo XX y el periodo de entreguerras, y ahí está ese molinillo del tiempo en el que las manecillas del reloj giran como lo haría una noria de feria o ese muñeco antiguo, sentado en una silla, que sostiene un libro de Thomas Bernhard, una estampa onírica que al escritor austriaco le habría animado, seguramente, a escribir una novela.
Tiene Mari García un sello muy especial, digno de los mejores números de la revista Litoral, otro prodigio de comunión perfecta entre poesía y diseño y seguro que habría encantado a Rafael Pérez Estrada. Y no todo son sueños complacientes: en este juego de niñas hay también una crítica nada velada a la mujer objeto que, en muchas ocasiones, termina siendo una muñeca rota.
Este juego de niñas para adultos puede verse hasta el 12 de julio en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo (El Ejido, 3) en horario de 11 a 14 horas. .
La alfombra roja
El brachichiton es ese árbol desabrido y de crecimiento rápido que todos los Ayuntamientos de España plantan a porrillo no sólo por la facilidad con la que pegan el estirón sino también por su resistencia en el difícil entorno de una ciudad.
Por eso, a pesar de que pasan desapercibidos casi todo el año, también nos dan agradables sorpresas como los que han florecido hasta hace bien poco en la calle Córdoba, regalándonos un rojo casi trasparente en las copas desnudas.
Pasada la época de la floración, los paseantes se siguen deteniendo al pasar por esta alfombra de un rojo intenso y con lo estambres amarillos, no sabe uno si homenaje velado a los ganadores de la Eurocopa o el regalo sin más que todos los años nos ofrece la Naturaleza.