En los años 60, cuando todavía no habían nacido las tensiones localistas con la ciudad de la Giralda, una copla constataba que había dos cosas que tenía Málaga y que no las tenía Sevilla: «Los burros con los sombreros y los guardias con sombrilla».
En esa Málaga que se presentaba en la sociedad internacional después de la filoxera, comenzaba a fraguarse por un lado el orgullo ante las evidentes mejoras y por otro las ganas de compararse con el de al lado, algo que ya se ejercía en el fútbol con Granada.
Los tiempos han cambiado y Málaga hace tiempo que desterró los complejos de inferioridad, salvo en esas pulsiones localistas que saltan en el fútbol, en la Feria de Agosto y en las elecciones municipales. Por eso, no deja de ser curioso que nuestra ciudad cuente, como Sevilla, con un parque de María Luisa, mucho menos fastuoso, pues es la zona verde de una urbanización, pero digno de visitarse.
Es además, una zona verde que le viene muy bien a los vecinos de La Luz y de Virgen de Belén unos barrios construido teniendo en cuenta los mismos ratios de zona verde que la barriada de La Malagueta y algunos rincones del Bronx muy alejados de Central Park.
Algunos de los árboles del parque de María Luisa malagueño se nota que han sido plantados buscando con rapidez la sombra y difícilmente se quedan en nuestra memoria. Es lo que sucede con tres hileras de brachichiton pero, a estas alturas del terral, se agradecen.
Este parque está diseñado además con cabeza. Tiene a un lado dos campos de deportes, de los que hablaremos mañana, una completa pista de petanca, de las que se utilizan y no esas que se inauguran y crían malvas, además de una discreta pista de patinaje.
Tres enormes ficus, de preciosas copas, acompañados por cipreses de California conforman lo más destacado de este parque. Cuenta también con álamos blancos, prunas, aves del paraíso y algunas tipuanas que se encuentran en plena floración, regalando un paisaje de flores amarillas.
La única nota discordante en este jardín bien regado es un parque infantil de los de antes, de los que eran ricos en matauras, especialmente en manos y rodillas, porque el piso es de tierra con algunos chinos.
No se ve la plaza de España desde este rincón en el que asoma, en la lejanía, el estruendo de la avenida de Velázquez. Es un parque de María Luisa mucho más modesto pero como no se trata aquí de que dos ciudades compitan como meras candidatas olímpicas, hay que saber apreciar el encanto y el emplazamiento de este parque, tabla verde de salvación de este rincón de la Carretera de Cádiz.
Indices de lectura
Para algún monólogo perdido de humor puede tener cierta utilidad la observación hecha ayer por un servidor, que señalaba que los índices de lectura andaluces sólo estaban por encima de algunas tribus de Asia Central. La apreciación, exagerada por humorística, es injusta y no es plan de tirar piedras sobre nuestro tejado. Quede constancia de que estamos a menos de tres puntos de la media nacional, cuando en 1982 estábamos a 28.