Engullida en la actualidad por la ciudad de Milán, el parque de Bicoca fue el escenario de una de las batallas menos complicadas para el ejército de Carlos V, que prácticamente hizo tiro al blanco con los enemigos franceses (la mayoría mercenarios suizos) empleando los arcabuces.
La expresión «esto es una bicoca», viene de ahí, aunque como es lógico, los franceses la emplean en sentido contrario, y ya puede leerse a los pocos años de la contienda, en los libros de Gargantúa y Pantagruel.
En Málaga, durante décadas, ha sido una bicoca el oficio de constructor y promotor. Los bloques de edificios han crecido como setas, sobre todo en la Cruz del Humilladero, la Malagueta y la Carretera de Cádiz, los barrios más perjudicados por esta práctica.
En estos tiempos de crisis aguda por empacho de cemento, echemos un vistazo, algo tardío, a una práctica mucho más barata y gratificante como es la jardinería que, aplicada al turismo, siempre da beneficios.
Sólo hay que ver cómo se transforma esta ciudad cuando llega abril y los primeros días de mayo. Y la culpa la ha tenido un árbol de pronunciación casi polinesia, la bauhinia, que sin embargo debe su nombre a dos hermanos, botánicos suizos del siglo XV, los hermanos Bauhin, como vemos, un apellido muy alejado de los Mares del Sur.
De origen asiático, es conocido merecidamente como el árbol orquídea, porque sus flores recuerdan a esta flor cuyo diseño ningún arquitecto hasta la fecha ha superado. De hecho, muchos son los malagueños que confunden la bauhinia con la orquídea, lo que es un cumplido para este árbol.
Las empresas de rutas turísticas por Málaga, ya sean bicis, coches de caballos o el autobús turístico deberían plantearse incluir en su recorrido algunas de las calles florecidas de bauhinias.
Quizás la más espectacular de todas se encuentra a pocos minutos de la plaza de la Merced, en el corazón de Capuchinos. Se trata de la larga calle San Juan Bosco, que hasta hace unos días ha obsequiado a vecinos y paseantes con un increíble espectáculo de luz y color.
Las bauhinias han exhibido su floración rosácea y blanca, convirtiendo este rincón de Capuchinos, presidido por el sanatorio del Sagrado Corazón, en uno de los más bonitos de Málaga, con permiso del jardín botánico de la Concepción y el Parque. Y eso que este año ha tenido en su contra los resultados de una poda que aunque ha estilizado los árboles, ha reducido bastante el montante final de flores. Pero poco importa, el resultado es digno del séptimo arte, incluso del octavo.
Si quieren sorprender a los turistas, aquí tienen una atracción gratuita que sólo mejora el paisaje. Únicamente hay que consultar el calendario floral y ver las caras de asombro.
La espera
Un turista aguardaba ayer, como quien va a inmortalizar a una bandada de pájaros migratorios en el Guadalhorce, a que el sol mañanero llenara de luz la mitad de una ventana enrejada en el palacio del Obispo.