Una reinterpretación que mejore la cruda realidad

27 Abr

El completo pintor y cartelista Pepe Palma, autor del cartel de Semana Santa de 2011, fue también el autor del gigantesco Superman que en 1978 dejó pasmados a los niños malagueños que se acercaban al cine Astoria a ver la película de Christopher Reeve. Las colas daban la vuelta a la manzana y recordaron el taquillazo de su apertura, en 1966, con My fair lady.

Hace un par de años el autor de estas líneas tuvo la oportunidad de adentrarse en el cascarón vacío del cine aprovechando una visita del anterior concejal de Urbanismo, Manuel Díaz, y comprobar que, en ocasiones, cualquier tiempo pasado fue mejor. De hecho, daba la impresión de que un torbellino de furia y destrucción había agitado el ajado edificio como si fuera una coctelera, y el resultado era un cóctel amargo de escombros y carteles rotos.

Los problemas del Astoria son muchos, empezando por su arquitectura, propia de un edificio de apartamentos de tercera categoría por el que Paco Martínez Soria atisba a las suecas. De hecho, casi está a juego con el segundo horror de la plaza de la Merced, el inenarrable edificio Pertika, un corte de mangas de la arquitectura basura malagueña a todo el entorno, construido además sobre el solar de la iglesia de la Merced.

Por eso, ya resultó chocante la adquisición de este espacio por el Ayuntamiento por unos desorbitantes 20 millones de euros, pero casi tanto como la compra fue la intención municipal de dejar en pie esta manzana (podrida), donde hasta 1913 se levantaba el hospital de Santa Ana.

En tiempos de crisis, se entiende que hay que mantener en pie este adefesio, pero han sido mucho los malagueños que a este firmante le han comentado su deseo de ver desaparecer este subproducto arquitectónico y crear una segunda plaza junto a la de la Merced. Sería, eso sí, una de las placitas más caras de Europa, con un coste previo, como hemos visto, de 20 millones de euros.

Admitida pues la forzosa pervivencia del antiguo Astoria, es una buena señal que el área de Cultura no entregue la gestión del edificio al primero que pase, y que, como ha informado el Ayuntamiento esta semana, no convoque todavía un concurso hasta no encontrar ofertas que merezcan la pena y que puedan costear el invento.

Ahora bien, a la hora de rehabilitar el edificio, sería estupendo que la empresa concesionaria tuviera manos libres para poder modificarlo al completo por dentro y por fuera, para que la plaza de la Merced no siguiera conviviendo con esta arquitectura playera.

Ya que nos hemos gastado 20 millones de euros, que el Consistorio no le ponga pegas a una reinterpretación del bloque que, con un mínimo de cuidado que se tenga, forzosamente mejorará el original y le hará un gran favor a la plaza. Suerte.

Alfombreo

Comentario ayer de una señora al pasar por la calle Larios: «¿Por qúe no dejan las alfombras rojas todo el año?». Lo original, si breve…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.