Historias de cruceros y de cruceristas

24 Ene

Si no fuera por la trágica muerte de esos pobres cruceristas en Italia, el naufragio del crucero Costa Concordia, puntual visitante del puerto de Málaga, entraría de lleno en la categoría de desternillante comedia italiana, con Alberto Sordi en el papel de capitán que arrima este gigante de los mares a la costa para que el jefe de camareros pueda ver su islita natal (Sordi aprovecha para ligar con alguna isleña haciéndole aspavientos desde el puente de mando).

El autor de estas líneas está seguro de que el paso de los años suavizará la tristísima noticia hasta que se convierta en divertida anécdota, pues como asegura Woody Allen, el humor es tragedia más tiempo.

Pero esta escena digna de Dino Risi nos puede hacer recordar que Málaga se ha convertido en poco tiempo en una auténtica ciudad de cruceros, algo impensable hace sólo tres lustros, cuando el recinto portuario para los malagueños era tan enigmático como la Ciudad Prohibida sólo que con el doble de mugre.

El paso del tiempo nos regalará historias y anécdotas de este milagroso flujo de turistas con chanclas y calcetines, sobre todo ahora que supone la tabla de salvación de muchos para la crisis. Y seguro que estas historias llenarán espacio suficiente como para que el profesor Francisco Cabrera pueda escribir una nueva entrega de Málaga ciudad y mar, ese apasionante repaso por las anécdotas portuarias de los siglos XVII y XVIII.

Ahí está en nuestros días, por ejemplo, ese segundo de a bordo, oficial alemán de un crucero, que después de llevar 20 años viviendo en España asegura que ya es «un cabeza cuadrada pero con las esquinas redondeadas», y cada vez que desembarca en Málaga recorre el Centro en bicicleta. O esos cruceristas norteamericanos que tras su visita al Museo Picasso preguntaron por la causa de que este espacio museístico se encontrara en Málaga y descubrieron con enorme sorpresa que el gran artista no era francés sino de estos andurriales.

Por lo que se ve, pasaron a la historia las épicas aventuras de los barcos de vela y de vapor narradas en parajes exóticos por Joseph Conrad. El relevo lo han tomado hoy los cruceros y los cruceristas, que como vemos por sus incomparables hazañas, son capaces de arrancarnos sonrisas y lágrimas y en suma, mantener en vilo a la audiencia.

Mucho quedará por contar de esta nueva Málaga portuaria y de ese pozo sin fondo de sucedidos que será el Muelle Uno.

Manita de pintura

Y siguiendo en el Muelle Uno, al final de este paseo comercial se abre una pequeña explanada antes de torcer para la playa de la Malagueta y la Estación Marítima. La ausencia de tiendas permite contemplar en todo su esplendor la Farola pero desgraciadamente, poco esplendor hay en un faro que presenta un desconchado del tamaño de un planeta de la Guerra de las Galaxias y los chorreones de porquería propios de una larga falta de mantenimiento. La Autoridad Portuaria debería aprovechar el estreno del Muelle Uno para darle una manita de pintura.

Una respuesta a «Historias de cruceros y de cruceristas»

  1. «… tragedia más tiempo» : espléndida visión la tuya, Alfonso. Has sabido captar ese tipo de frase que nos revela al mejor Woody Allen. Y lo demás del artículo, magnífico. Estas «Crónicas» van siendo historia. En su día lo verán quienes tengan que trazar una Historia de Málaga, y ¿sabes algo? Pues te digo : si coges los libros de Herodoto y los relees, encontrarás allí rasgos que, del modo que sea, se pueden percibir en tus «relatos cortos» de cada «Crónica Urbana». Algún día me enfrascaré en el análisis de este dato, querido Alfonso, y espero convencerte de algo clave : la notable calidad y singular importancia de lo que cada día escribes en La Opinión de Málaga. Tiempo al tiempo.
    Un cordial abrazo.
    MLZ

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