Resurge el síndrome del entrenador serbio

22 Nov

Si las jornadas electorales demuestran algo, además de los resultados, es el triunfo del síndrome de Radomir Antic, una deformación del lenguaje que, al igual que el entrenador serbio, trata de eliminar todos los artículos determinados e indeterminados) que encuentra a su alrededor («Jugadores han hecho buen partido»). Una forma de expresarse que comparte espíritu sintáctico con el Tarzán que hablaba el gran Johnny Weissmüller.

No es de extrañar que en un día tan importante como el del domingo, nuestros representantes políticos de todo pelaje y corralito pugnaran por demostrar, dentro de las limitaciones de su cada vez más limitado nivel cultural, lo bien que se manejan en su español robotizado.

Así, la triunfadora de la noche, junto al Partido Popular, fue la expresión francesa «a pie de», hasta el punto de que un político no se queda tranquilo frente a las cámaras si no habla de las encuestas «a pie de urna» y qué decir de la manida frase «a pie de calle».

Resisten esta invasión políticamente mema, quizás por su rotundidad y enraizamiento entre las gentes normales, las expresiones «al pie del cañón», así como «al pie de la letra», con sus artículos determinados correspondientes.

El político, en su inconmensurable labor por empobrecer el español, promueve la economía del lenguaje hasta límites ridículos pero al mismo tiempo, alarga lo innecesario, transformando los ciudadanos o la ciudadanía en «ciudadanos y ciudadanas malagueños y malagueñas» o el problema en «problemática» y por tanto, convirtiéndolo en algo irresoluble.

Del síndrome de Radomir Antic tenemos en Málaga, como mejor ejemplo, las barriadas de La Palma-Palmilla, que se han quedado en Palma-Palmilla y por supuesto, La Trinidad y El Perchel, que nuestros representantes transforman sin ningún rubor en Trinidad-Perchel, mientras que La Cruz del Humilladero ha mermado hasta quedarse en el escueto distrito Cruz de Humilladero. Es sólo cuestión de tiempo que pierda la preposición.

Esta jerga tarzanesca gana adeptos y constituye, qué duda cabe, un reflejo de que, salvo honrosas excepciones, el declinante sistema educativo español no deja de producir, como el sueño de la razón, monstruos, en este caso políticamente correctos.

Confiemos en que, admitido este robotizado panorama, nuestros androides electos sepan al menos reconducir la tenebrosa situación económica. Es más, si lo hacen les perdonaremos que se expresen, cada día con más ímpetu, como un contestador automático. Corto y cambio (de gobierno).

Picaresca

En un recoveco de la barriada de Pinosol que constituye la calle Monte, en recuerdo del vecino monte Gibralfaro, se encuentra una pintada que resume, en su rotunda sencillez, el universo de la picaresca del siglo XXI. La pintada reza «Orejón el fumeta». Guzmán de Alfarache sería hoy una figura parecida.

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