De la sensación de ingravidez tras la tormenta

24 Oct

Dice mi abuela que tras nueve meses de embarazo, la sensación al pasear es la de andar sobre las nubes, tal es el grado de ingravidez.

Los malagueños, como el resto de los españoles, hemos andado este último fin de semana desprovistos de una pesada carga psicológica y emocional, lo que nos permite, levemente, flotar a ras del suelo.

Acaban de despedirse oficialmente los que Enrique Tierno Galván llamaba «los ultimos españoles violentos». Existe un cordón umbilical que enlaza la España negra y reaccionaria de las guerras carlistas y las arengas xenófobas de Sabino Arana con la dictadura franquista. Revueltos en este cocido de intransigencia aldeana, no es extraño que un buen día, el producto de este mejunje decidiera echarse al monte, añadiendo a la mezcla unas dosis de maoísmo revolucionario, victimismo colonial y, paradójicamente, ansias expansionistas.

El resultado, una organización terrorista que en sus escenificaciones ante la cámara, con ese aire de Ku Kux Klan de provincias parecía salida del esperpento de Valle Inclán.

Con todo, los integristas vascos se llevaron por delante más de 800 vidas y consiguieron conmocionar a una ciudad como Málaga, que una víspera de la Virgen del Carmen de hace once años veía cómo era asesinado un modesto y querido concejal. El dolor y la preocupación nos ha tocado de lleno con cada tiro por la espalda, con cada bomba, con cada campaña veraniega.

Hace también once años, el autor de estas líneas, que asistía compungido al entierro de un querido familiar, fue testigo de una escena que no podrá olvidar. A pesar del inmenso dolor por el asesinato de su cuñado, a manos de un etarra, Francisco de la Torre tuvo el ánimo de acercarse esa mismo noche a Parcemasa a dar un pésame que él también recibió.

Pienso en todos estos fundamentalistas de la patria que se han creído un pueblo oprimido mientras no dejaban de oprimirnos y en tanto odio acumulado. Y repaso, para salir de dudas, la Breve Historia de Euskadi, publicada este mismo año por tres catedráticos de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco.

En el libro leo que en 1727, como agradecimiento al apoyo de las provincias de Álava y Guipúzcoa, el Señorío de Vizcaya y el Reino de Navarra durante la Guerra de Sucesión, el rey Felipe V decidió dejar estos territorios al margen de los Decretos de Nueva Planta que establecían en toda España un mismo sistema de contribución fiscal y militar y mantener sus fueros medievales.

Aunque parezca mentira, del respaldo a los Borbones surge el hecho diferencial vasco y navarro. A partir de este episodio de agradecimiento regio –del que seguramente ningún pistolero querrá oír hablar– se ha ido forjando el mito de la nación milenaria oprimida y finalmente, unos cuantos iluminados han querido imponerla a tiros sin contar con sus paisanos.

Por eso, ahora que ha finalizado el esperpento totalitario, disfrutemos, y ojalá que sea para siempre, de esta bien merecida levitación.

Una respuesta a «De la sensación de ingravidez tras la tormenta»

  1. Por supuesto todo asesinato es una barbaridad inaceptable y que deber ser denunciada. Pero también todo privilegio es ingnominioso, inaceptable y denunciable, como le ocurre a ése que aortogó Felipe V a esos territorios del norte de España, y que nadie (dentro o fuera de ese territorio) en su sano juicio debería agradecer. Y qué decir de la existencia misma de un rey y su reino, ¿Hay algo más ignominioso, Sr. Vázquez? Pues, no veo que usted denuncie tales ignominias, como sí reprocha y denuncia (con razón) las cometidas por los fundamentalista de la patria. Y más, ¿Cómo es posible que se le pueda imponer un DNI a alguien, aunque se trate de una sola persona?

    Saludos

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