Los plátanos orientales comenzaron a plantarse en nuestra ciudad en la primera década del siglo XX. Resulta paradójico que esa Málaga que quería levantar cabeza tras la debacle de la filoxera, un siglo más tarde mira con preocupación, desde hace tiempo, el estado de los llamados plátanos de sombra, cuyos ejemplares más asombrosos y mucho más antiguos que los de las calles de la ciudad se encuentran en la finca de la Concepción.
En realidad Málaga se puso a tono con otras ciudades europeas, en las que este árbol sirvió para acompañar los nuevos paseos y avenidas y de paso se agenciaban una especie de gran vistosidad en el otoño.
La visión de los plátanos orientales de La Concepción, con sus copas que parecen curvadas por un viento invisible y esa lluvia de hojas secas, nada perjudicial para los bronquios, constituyen uno de los momentos más hermosos en la vida de una persona, sólo comparable con el gol de Hiniesta ante Holanda (o por lo menos, con un tanto en cuartos de final).
En la entrada a Dublín, en la carretera del aeropuerto, hay una hermosa avenida de plátanos orientales que transforman un paisaje de casas clónicas en una de los más bonitos paseos de la ciudad. Los plátanos orientales dublineses parecen haber sido plantados en la misma época que los de Málaga, ciudad de la que tenemos datos de las principales plantaciones en1906.
Quién sabe si en Dublín no comenzaron a echar raíces dos años antes, para ser contemporáneos de la novela Ulises de Joyce, que transcurre un detallado 16 de junio de 1904.
Hace unos años, la Academia Malagueña de Ciencias quiso aprovechar las obras del Parque para proponer la sustitución de estos árboles enfermos en el Paseo de los Curas por almencinos (nombre con el que en Málaga se conoce al almez). La propuesta quedó en agua de borrajas, pero quién sabe si las futuribles obras del metro no aconsejarán la retirada de estos ejemplares, que como sus compañeros en otros puntos de la ciudad como los del Limonar, en realidad son híbridos entre el plátano oriental balcánico y el occidental de Norteamérica. Viejos árboles que, en su modestia cargada de ramas y hojarasca, aportan su dosis de historia y belleza, que no es poco.
Sentidos alerta
Hablábamos antes de 1906, el año de los plátanos orientales. En ese mismo año se produjo una tardía reacción administrativa, que deja en pañales los hitos actuales, que aunque también son para echarles de comer aparte, no alcanzan la maestría de hace cosa de una centuria.
Así, fue en 1906 cuando la Dirección General de Aduanas decidió sancionar a empleados de la Aduana malagueña por unos robos que habían tenido lugar en el famoso palacio.
Lo curioso de la sanción es que llegó con 33 años de retraso, ya que las sustracciones se produjeron en 1873. Tuvo que pasar la I República, regresar la Monarquía con Alfonso XII y casarse el hijo de este, Alfonso XIII, para que el Estado reaccionara. Habría que imaginarse las caras de los funcionarios al recibir la buena nueva.
Hay un estudio que determinó que si se quitara la pantalla formada por los Plátanos españoles (Platanus hispánica) , una buena parte de los árboles y arbustos tropicales y aquellos más delicados del parque se morirían por perderse el efecto protector de pantalla de estos árboles. POr otra parte, estudios e semillas fosilizadas hablan de la presencia del Platanis hispanica ya en la época romana e incluso con indicios de su presencia como árbol marginal de acompañamiento en bosques primigenios tras la última glaciación.
Por último el Plátano español es uno de los árboles más descontaminadores del planeta…