De las palmeras a los gimnasios para mayores

17 Oct

En el campo de la gestión municipal existe la veterana tendencia de o no llegar o pasarse varios pueblos, aunque nadie duda de las buenas intenciones que arropan muchas de estas iniciativas.

Hace algunos años ya hablamos del famoso boom palmeril. Málaga pasó de ser, en este campo, de una ciudad más del sur de España con un número discretito de ejemplares a querer competir con el Palmeral de Elche y con los oásis más frondosos del desierto del Sáhara.

En muy pocos años esta ciudad se atiborró de palmeras, para satisfacción de los viveros que almacenaban estos árboles y que recibieron como agua de mayo la inyección de encargos municipales.

Lo curioso es que, para desesperación de los botánicos, sólo se plantaron dos o tres tipos de palmeras, de las más de 2.500 especies que existen en el mundo.

Tampoco se trataba de escoger las más raras como esa originaria de las Maldivas, cuya semilla puede llegar a pesar 20 kilos pero, la verdad, entre más de 2.500 especies había donde elegir y aquí se optó por aburrir al personal plantando las mismas de siempre.

El autor de estas líneas empieza a tener la misma sensación con los gimnasios para mayores. Antes se instalaban en los sitios más estratégicos de la ciudad. Ahora, todo hueco libre que quede en un barrio es colonizado por estos aparatos.

Cualquier paseante que recorra Málaga se topará con ellos junto a parques pero también en estrechos pasillos, en pequeños espacios entre dos bloques o en verdaderas tierras de nadie.

Como decía el chiste, «más vale que zozobre que no que zofalte», pero tal y como está el patio, y aunque esto sea políticamente incorrecto, el Ayuntamiento debería empezar a pensarse si, por sistema, todo espacio público sin gimnasio de mayores debería contar con uno. Sobre todo porque, es tal su número, que muchas de estas instalaciones permanecen infrautilizadas toda la semana.

En el deambular que conlleva una sección de este tipo, el firmante ha escuchado en numerosas ocasiones eso de que «aquí no viene nadie». Cierto que los gimnasios para mayores están rodeados de los –valga la redundancia– mayores parabienes y son realmente útiles y sano, pero quizás ha llegado el momento de elegir mejor los futuros emplazamientos porque, no lo olvidemos, al igual que las palmeras, estos aparatos salen de nuestro bolsillo y de momento, por el horizonte sólo asoman las vacas flacas.

Sentidos alerta

Los paseantes tempraneros de la calle Méndez Núñez saben que, si quieren mantener a salvo su integridad, deben andar con todos los sentidos alerta. En esta calle se efectúa una constante carga y descarga y, aprovechando que la acera y la calzada están al mismo nivel, coches y furgonetas con mucha prisa optan por pasar subiéndose o más bien conduciendo por el lado de la acera, pues no hay desnivel alguno. La picaresca egoísta puede causar cualquier día un susto.

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