En el barrio de las 296 viviendas, entre Portada Alta y la Comisaría Provincial de Policía –al otro lado de la avenida de Andalucía– hay un parque de los ya asentados, con una buena proporción de sol y sombra para poder disfrutar de él todas las estaciones.
Lo curioso es que, en estos tiempos en los que se da nombre a toda calle, plaza, parterre, glorieta o pista de petanca, una zona verde tan respetable siga sin nombre después de tantos años.
Aunque lo importante aquí es la estupenda colección de ficus, pinos, jacarandas y chorisias que ofrece, si bien algunos parterres presentan un éxodo masivo de hierba y no hay datos sobre su paradero.
Frecuentan este parque un grupo de veteranos, asiduos de los botellones cerveceros, aunque luego todo suele concluir en las papeleras.
La única pega son los bancos, sin respaldo y que sólo invitan a descansar un instante (o a tumbarse a lo largo). Cuenta este parque además con un rincón para pegar brincos con el monopatín, los patines y cualquier otra modalidad sobre ruedas.
Pero para ese menester, el deportista deberá llevar algún tipo de protección dental, porque los remates de las rampas están destrozados y los daleazos pueden ser de órdago. El problema está en que falta una barra, probablemente de acero, en la junta de la obra, que se adaptaba a las ruedas. Sin esta barra, el castañazo está asegurado.
Y una pista de skate sin pintadas es como un Corpus sin sol, de ahí que hayan dejado su estela mítica personajes como Dalton, Pulpo, Satán (ignoramos si el auténtico), Peluky y Mariose (sic).
La parte más dejada es un parterre vacío, salvo por un par de cipreses, ya en la parte vecina del aparcamiento que hay frente a la Comisaría Provincial. Pero al menos el día del paseo del firmante, la cosa no era para alarmarse.
El manejo del grafiti continúa en las paredes contiguas al parque gracias a las buenas artes de Wasi La Mareíto y Tamara La Modelito, o así constan al menos.
Tampoco falta la firma de LSide, un homúnculo que dio días de gloria por el afán por dejar su firma en toda fachada, mobiliario urbano y monumento que se pusiera a su alcance. Y todavía persiste una pintada que es un dechado de tolerancia y civilización: «Borbones al paredón». Menos mal que para equilibrar este pensamiento genocida, un alma cándida ha escrito al lado: «Tu padre es una flor, tu madre un clavel y tú un moco pegado a la pared». Los padres del mocoso al menos salen bien parados. Como este parque.
Excepcionalidad
A las 9.45 de la mañana del jueves, en el recién peatonalizado tramo de la plaza de la Merced que da a la casa natal de Picasso, confluían los visitantes de varios cruceros. En mitad de la calle, una litrona de cerveza rota en mil pedazos (o al menos en 50) era sorteada por las largas filas de cruceristas.
En circunstancias excepcionales como el jueves, con la visita en tromba de 10.000 cruceristas, el Ayuntamiento debería redoblar la limpieza en los dos o tres trayectos principales del Centro de Málaga. Esa botella rota, posiblemente hacía horas, podía haber sido recogida antes de la llegada del personal guiri.