Un bañista encuentra su destino

10 Oct

La limpieza en Málaga es una tarea ingrata porque nunca se acaba y sólo llama la atención cuando escasea. Hace una semana, un tramo de cien metros de la playa de las Acacias apareció con un verdadero espurreo de botellas, bolsas de hielo y vasos de plástico.

Por los indicios depositados en la arena, es posible que los botelloneros fueran guiris, pues había también un número importante de zumos de frutas y en el botellón español se prefiere, directamente, el alcohol acompañados, eso sí, de refrescos.

El primer impulso de un usuario que acude a esta playa es huir de ella o al menos rodearla y buscar arenas más gratas, pero algunos decidieron ¡instalarse en los límites de esa guarrería. En plena frontera, vamos.

El caso es que la mañana empezó a desgranar las horas y no aparecía ningún empleado municipal de limpieza. La lucha entre llamar al Ayuntamiento y la de confiar en que en una playa tan grande debe de aparecer por fuerza algún barrendero se prolongó bastante, hasta que a las dos de la tarde, viendo un bañista que el viento se llevaba las botellas y los vasos al agua, decidió recoger, en la medida de sus posibilidades, tan ingente porquería y depositarla en los cubos de basura.

El firmante no ha necesitado contrastar la noticia porque era ese inconsciente empeñado en limpiar la playa. Que ese sábado al menos se echó en falta un paseíto de los empleados municipales por la zona se cae por su propio peso. Como las botellas en la arena.

avenida de andalucía

Y hablando de limpieza, una vecina se puso ayer en contacto con esta sección para denunciar la suciedad en la acera de números pares de la avenida de Andalucía. En concreto, la falta de limpieza es más que notable en el tramo que va desde el puente de las Américas a Carranque.

Y para quienes crean que exagera pone un ejemplo diario: Cada vez que regresa de pasear al perro debe limpiarle las patas, de lo sucias que están por pasear por esta zona. Y de sentarse en un banco ennegrecido mejor dejarlo para otro.

La estupidez

Los autores del medievo ya avisaron de que uno de los principales motores del mundo era la estulticia, una idea recuperada por Erasmo de Rotterdam y llevada a la práctica por algunos genios financieros de nuestros días.

Para constatar que en todas partes cuecen habas y que la memez también tiene una importante presencia en Málaga, basta con observar un anuncio colgado en un semáforo del Paseo del Parque. En él una preocupada familia informa de la desaparición de su perro, perdido el día anterior en el Centro Histórico.

Junto a esta sentida nota, el mastuerzo de turno ha escrito otra en la que señala que no merece la pena buscar la mascota porque ya habrá pasado a mejor vida. Si la estupidez (y la crueldad) pudieran resumirse en una frase, la de este campeón nacional de memos sería la escogida.

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