Huerta Nueva y otras islas sonoras de Ciudad Jardín

2 Ago

Ciudad Jardín es uno de los barrios en los que pervive con claridad la huella de las grandes fincas del pasado. Esta antigua tierra de viñedos que parece volcarse en sus cerros sobre el río Guadalmedina pasó por las manos de famosas familias de Málaga, incluidas aquellas que llegaron de la comarca riojana de Cameros, como puede verse en el nombre de históricas fincas ya desaparecidas.

El tiempo ha convertido estas tierras de viñas y de labor, favorecidas por la vecindad del acueducto de San Telmo, en urbanizaciones y barrios, algunos de los cuales todavía conservan los nombres originales de estas propiedades como Los Casini, Los Cipreses u otras pistas del pasado como el arroyo de Quintana, que recuerda a esa finca que poco después de la invasión francesa pasó a manos de Nicolás Domínguez Quintana y que terminó en manos del padre del marqués de Iznate, según recuerda el historiador Manuel Muñoz, constante buceador de familias y predios en la historia de la capital.

La hacienda Quintana, en la calle Marqués de Mantua, todavía se mantiene en pie para dependencias del servicio de Parques y Jardines, que cuenta con un invernadero y almacenes. Esta vivienda, por cierto, se encuentra en el catálogo de edificios protegidos del PGOU.

No ocurre lo mismo con la casona de otra histórica finca, Huerta Nueva, junto al barrio de Alegría de la Huerta. Según informa a esta sección la concejala de Ciudad Jardín, Mariví Romero, la casa, que se encuentra sobre un pequeño cerro, muy cerca del nuevo parque de San José, es de propiedad privada.

Otra cosa es que conste en el catálogo de edificios protegidos, que no es el caso. Podemos ver la casa desde la calle Maese Nicolás, escoltada por dos grandes araucarias. La finca de Huerta Nueva tuvo en el pasado 17 fanegas de viñas, toldos paseros, higueras, olivos y almendros, informa Manuel Muñoz.

A pesar de haber sido tragada por las urbanizaciones, si nos aproximamos a sus alrededores nos encontraremos en una isla sonora en la que es posible escuchar todavía a pájaros y grillos y hasta el rumor del viento cuando agita las palmeras de la zona, sin que el tráfico ahogue esta sinfonía del campo.

Sería de esperar que los alrededores que dan a la calle Maese Nicolás, en buena parte terrizos, acabaran ajardinados del todo y no con nuevas viviendas encima, pero si esta preciosa mansión no tiene protección, e incluso si la tuviera, siempre es susceptible de caerse con todo el equipo. No puede olvidar el lector que estamos en Málaga, ciudad urbanísticamente bravía y que por estas tierras un amplio catálogo de barbaridades es siempre factible.

Agosto

Durante la primera mitad del mes de agosto, el autor de estas líneas seguirá pateando la ciudad, consciente de que ser paciente tendrá su recompensa tarde o temprano. Para quien esté en una situación mucho más relajada, feliz comienzo de las vacaciones y a disfrutar.

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