Hace unos días una amiga preguntaba al firmante, como si este fuera el oráculo de Delfos, la causa de que en Málaga, en comparación con otras ciudades de España, hubiera un número apreciable de aborígenes agrestes, insensatos, insolidarios, dañinos o pasotas, que la creencia popular suelen reunificar en la expresión «el chusmerío».
Ciertamente, el fenómeno existe, pero asociar este colectivo de especímenes insolidarios a ciertos barrios de Málaga es una falacia. Por desgracia, individuos de este tipo nos los encontramos en todos lados y situaciones y quién sabe si nosotros mismos no actuamos de la misma manera cuando llega la ocasión.
La principal característica de este colectivo es comportarse de forma despectiva con el bien público y por ende con las personas que en ese momento hacen uso de él. Así, su capacidad innata para, si el momento lo requiere, ensuciar, quemar, orinar, berrear, arrancar o, sin llegar a tanto, dar por saco al vecino en un espacio público se convierte casi en legendaria, pues para empezar hacen caso omiso de todas las normas de urbanidad y que nadie les hable de la normativa municipal porque para ellos tiene el mismo significado que un texto en sánscrito.
Quizás así se entienda que, un verano más, un número muy respetable de ciudadanos se haya pasado por el arco del triunfo las ordenanzas de playa, que para una buena convivencia de todos, prohíbe la parcelación de la arena con la llegada de unos pabellones familiares que ya lo hubieran querido los caballeros de la I Cruzada. La ordenanza de uso y disfrute de las playas prohíbe «los campamentos y acampadas en la playa», entendiendo esta última acepción como la «instalación de tiendas de campaña, parasoles no diáfanos en sus laterales o de vehículos o remolques habitables».
La ordenanza continúa diciendo que «quienes vulneren esta prohibición deberán desalojar de inmediato, a requerimiento verbal de los Agentes de la autoridad, el dominio público ocupado», sin perjuicio de la denuncia por confundir la playa con su terrenito particular.
Desde La Araña hasta Sacaba Beach, los pabellones familiares acotan, a veces durante todo el fin de semana, grandes espacios e incluso un servidor ha visto algunos de ellos cómodamente instalados en las isletas de césped (ignoran estas familias infractoras que en estas isletas, dueños de perros tan insolidarios como ellos llevan allí a sus mascotas para que hagan aguas menores). Si a esto sumamos que en algunas de estas parcelaciones se cocina, tendremos un bonito catálogo de infracciones.
¿Somos más pasotas que otras ciudades de España a la hora de cumplir unas normas que buscan la mejor convivencia? En materia de playas al menos, nuestro comportamiento colectivo bien podría ser objeto de los más novedosos estudios antropológicos que constatasen la buena salud de la España de Los Morancos.
Eufemismos
Los deputy y assistant managers de hoy eran los encargaos de no hace tantos años.
Estando tan localizados (sin necesidad de trampa antichusma) y, por tanto, siendo tan fácil de sancionar a este chusmerio playeros, no entiendo cómo es posible que se salgan con la suya molestando y agrediendo a la honrada y honesta ciudadanía mientras atentan contra la legalidad vigente. Perdone el atrevimiento señor Alfonso, pero, podría usted informarnos cómo es posible que la policía no pueda acabar con esto, o, al menos reducir al mínimo este vandalismo playero que usted describe y denuncia, ¿Hace ésta (la policía) lo debido (denuncian, incautan material, etc.?
Un saludo, y gracias.