En una reciente y voluminosa biografía sobre Isabel II, el marqués de Salamanca no sale bien parado. Al contrario, es tratado como un hábil especulador que supo arrimarse a la polémica madre de Isabel II, la reina regente María Cristina, la que dio título a la famosa canción (María Cristina me quiere gobernar).
Pero incluso si estos hechos fueran ciertos, el paso del tiempo ha borrado las iniquidades en las que se sustentan algunas grandes fortunas. Por eso, el Ayuntamiento de Málaga homenajeó a don José de Salamanca hace poco menos de un mes, coincidiendo con el 200 aniversario del nacimiento del marqués. Y lo hizo colocando nuestro alcalde una guirnalda en la placa conmemorativa de su casa natal, en la calle Correo Viejo. La placa conservaba la porquería desde la Semana Trágica de Barcelona (fue colocada por el Ayuntamiento de 1909) y reza un escueto «Aquí nació Salamanca».
Pero la ceremonia, bonita y merecida, se vio empañada desde el punto de vista estético por esas boas negras que recorren nuestro cielo de forma impune, en este caso por un doble cable, posiblemente del teléfono y de la luz, justo delante del rincón del homenajeado.
El cable aéreo, por cierto, surgía de una maraña de adláteres de la pared vecina. La colocación de este tipo de guirnaldas es una rémora del siglo XX que nuestras compañías punteras no han sido capaces de resolver todavía.
En el primer tramo de la calle Correo Viejo, sin ir más lejos, y estamos hablando de algo más de 30 metros de largo, hay tres de estas boas, una de ellas además en forma de triángulo ya que algún iluminado ha conducido el cable por el enganche de un anuncio publicitario.
A pesar de la renovación del Centro Histórico, los cables cruzan por encima de nuestras cabezas como en una ciudad a medio construir que no concluye nunca. En las áreas más visitadas por los turistas se permite este signo aéreo de subdesarrollo y para que una de estas boas vaya al subsuelo hay que remover Roma con Santiago, pero difícilmente se remueve Málaga.
Uno de los casos más sangrantes lo tenemos en la barriada de Girón. Según confirman los vecinos, la rehabilitación realizada por la Junta de Andalucía dejó las instalaciones listas para meter el enjambre de cables por sus respectivas canalizaciones, pero, años después de la obra, ahí permanece el batiburrillo afeando la fachada, hasta el punto de que uno no sabe si está en un barrio o en un parque infantil de lianas.
Los cables en Girón cuelgan a sus anchas, se lían y relían ofreciendo un espectáculo a años luz de la imagen de modernidad que quieren ofrecer estas compañías. Si el proverbio oriental dice eso de que «Antes de negar con la cabeza, asegúrate de que la tienes», no tiene sentido que las compañías responsables de todo este maremágnum cutre nos vendan que son la vanguardia del no va más si tienen Málaga manga por hombro.
El año pasado, por cierto, a propuesta del grupo socialista, el Ayuntamiento aprobó una moción para meter por tierra todos los cables aéreos.
Pero miren al cielo y verán. Verán algo más que el sol: El circo de lianas a un palmo de nuestras cabezas.