Durante muchos años a los malagueños les desconcertó la parquedad de la calle Martínez. En el Centro Histórico, pensaban, había que dedicar las calles a personajes de relumbrón, ya fuera el Duque de la Victoria, el marqués de Larios o Sagasta, permitiendo la pervivencia de calles unidas a los oficios, órdenes religiosas o el antiguo perfil de la ciudad, casos de las calles Hoyo de Esparteros, Compañía o Puerta Nueva, respectivamente.
¿Qué pintaba un Martínez en el callejero de Málaga, un apellido del montón como todos los que en España acaban en zeta? El investigador y archivero Francisco Bejarano señaló que el tal Martínez, de nombre Manuel, era un comerciante portugués o al menos residente en Portugal, que puso aquí casa de comercio.
Por contra, el historiador Manuel Muñoz consideró que en realidad era uno de los primeros cameranos que llegó de tierras logroñesas nada menos que a finales del XVII o principio del XVIII, casi un siglo antes que los Larios, los Heredia y los Gálvez. El tal Martínez de la comarca de Cameros compró una humilde casa junto a la playa y el inmueble se convirtió en un punto de orientación de los malagueños como hasta hace poco lo ha sido el cercano Zaragozano y hoy es el Barclays.
Según Muñoz, fue la constante mención de la casa de los Martínez lo que le ganó méritos para ganarse una calle (y según algunos, para una veterana serie de televisión).
El apellido, aunque probablemente no figure en el Gotha (el directorio de la alta nobleza) no tuvo como consecuencia que la calle Martínez no albergara gente conocida. Sin ir más lejos, en ella vivió el pasado siglo y durante bastantes años el IV marqués de Larios, José Antonio Larios, a pocos metros de la calle que financió su tío abuelo, el de la estatua de Mariano Benlliure.
Hace unos días esta sección habló de ese paisaje a lo Canaletto que se forma en esta calle cada vez que llueve, sin necesidad de que caigan chuzos de punta. Una laguna bastante respetable se adueña del lado izquierdo de la acera (en dirección a Puerta del Mar) y ocupa parte de la calzada, en la que por suerte hay prioridad peatonal. De un tamaño tan apreciable es este charco que uno no sabe ya si rodearlo o chorrarlo.
Otro problema, de momento sin solución, conserva como oro en paño este rincón de Málaga: la igualación del nivel de la acera con la calzada ha facilitado que, todas las mañanas y gracias al alto índice de aparcamientos en segunda fila, los coches que obviamente no caben conduzcan sin complejos y más que subirse a la acera, como no hay que subir nada, desplacen el coche por la acera, para sorpresa de los que van a pie por la vida.
Son las incongruencias de una calle céntrica que debe su nombre a un personaje con dos identidades: o portugués o logroñés. Pero hay una tercera posibilidad: en el siglo XVIII no existía la provincia de Logroño y el señor Martínez, mira por dónde, lo mismo era de Soria de toda la vida.
Lo que pude dar de si el nombre de una calle…pero que me gustan estos apuntes históricos, la verdad, desconocemos tanto el patrimonio de nuestra ciudad y el por qué de mchas cosas….