La tiranía del teléfono y Julio Camba

15 Mar

En una fecha tan tempranera como 1916, el periodista Julio Camba sentenciaba en un artículo que el teléfono era «el tirano de Nueva York». Se lamentaba este cronista viajero porque con un aparato telefónico a la cabecera de la cama «no hay aislamiento, no hay tranquilidad, no hay reposo posible».

Don Julio se asombraría si supiera que, casi un siglo más tarde, la cabecera de la cama se ha sustituido por el bolso o el bolsillo. En cualquier momento del día, y a veces de la noche, puede sonar una melodía, la mayoría de las veces estridente o incluso de Shakira: es el teléfono que te exige hablar de inmediato, da igual si estás en una reunión, en un apretón, conduciendo o comprimido en el autobús.

El móvil, como aventura la misma palabra, no es inamovible. Ha pasado a ser el fiel guardaespaldas de la vida diaria, una central telefónica de las de antes que te persigue allí donde vayas e irrumpe en cumpleaños, velatorios, siestas y fiestas de guardar.

Al menos para un servidor el aparatito es un incordio, una maldición soportable que sólo de higos a brevas resulta útil.

En más de una ocasión, el firmante se ha encontrado con estimulantes periodos vitales en los que el cacharrito se ha roto o perdido (quizás adrede). Sin duda, fueron plácidos oasis en los que las tareas del día se pudieron llevar a cabo con mucha más tranquilidad y planificación.

En nuestros días, dos colectivos usan el móvil con tanta fruición que bordean los límites de la patología: los políticos y los famosos. Los primeros, además, lo utilizan gratis ya que se los paga el erario público, que somos nosotros. Ya me dirán cómo tenerle aprecio al artilugio.

El móvil de un servidor, por cierto, no emite ningún sonido aunque cuando llaman le dé el baile de san Vito (vibra). Hace un par de años que uno consiguió un modelo casi inerte que se limita a marcar y lo más avanzado que tiene es que manda mensajes. Pero como ustedes saben, a los móviles actuales sólo les falta hablar, y en ese caso, será porque no se han descargado el programita correspondiente.

Estos días se anuncia la cuarta entrega del no va más de los teléfonos. Con él puedes leer libros, escuchar música, editar vídeos, incluso puedes hablar por teléfono.

Este importante avance tecnológico se nota cada vez más en las paradas de autobús de Málaga y en general, en toda la red de la EMT. Cada vez hay más usuarios ensimismados, aislados mirando el cacharrito mientras la vida les pasa por la ventana.

Ya no esperan a que les llamen sino que una fuerza sobrehumana les empuja a consultar treinta veces al día si alguien les ha llamado, leer el correo, estar al tanto de las noticias de los últimos 30 segundos… Sin duda, un mundo lleno de ventajas (y de ensimismamientos) pero de momento, un servidor se queda con lo menos malo: un móvil que llame y reciba llamadas. No todas son inoportunas.

Política marina

Tildar al concejal de Urbanismo de delfín es meterlo en el mismo saco que Flipper. Un respeto.

Una respuesta a «La tiranía del teléfono y Julio Camba»

  1. Comparto 100% su artículo, señor Alfonso; sobre todo, el apartado «Política marina».
    Un saludo, y muchas gracias.

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