Las estrecheces de la calle Sánchez Pastor

11 Nov

En los próximos días se iniciará una obra que supone un triunfo de los vecinos sobre el primitivo (con segundas) criterio municipal, que en ocasiones parece estar demasiado centrado en la obtención de fondos.

Con la preservación de la verja que rodea la decimonónica plaza de la Merced, se evita la transformación de la plaza en una reedición de las plazas de las Flores y del Obispo, pensadas para los negocios privados pero no para el uso ciudadano.

Vaya por delante que la hostelería, faltaría más, tiene todo el derecho del mundo a usar el espacio público porque se trata de una actividad muy beneficiosa para la ciudad al crear empleo y riqueza. Otra cosa es cuando se desmadra, por interés propio o mala planificación municipal y cualquier espacio de nueva creación se atiborra de terrazas y sombrillas.

Eso es lo que está pasando desde hace meses en la calle Sánchez Pastor, una vía peatonalizada entre calle Santa María y la confluencia con la plaza del cardenal Spínola en la que muy pronto el ala delta será la única solución para cruzarla con rapidez y seguridad.

La profusión de mesas y sillas obliga a los peatones a andar en zigzag por un estrecho pasillo, que siendo optimistas, sólo en algunos tramos llega a un tercio de la anchura de la calle.

Los vecinos de esta calle con nombre de alcalde resaltan que el cambio ha sido espectacular desde que hace un año, en esta tranquila vía sólo había un par de bares y una funeraria.

También ha sido espectacular el aumento del ruido y algunos vecinos cuentan que para entrar en sus casas, tienen que apartar las cajas de bebidas de la puerta y alguno hasta han chocado con la camarera en el intento.

La Ordenanza de Ocupación de Vía Pública del Ayuntamiento de Málaga establece que en las calles peatonales «la superficie total susceptible de ocupación con mesas y sillas, en ningún caso excederá del 50% de la superficie peatonal total».

Si lo que está ocupado por las terrazas de Sänchez Pastor es sólo la mitad de la calle, que venga la concejala y lo vea. No se trata aquí de fastidiar a ningún negocio sino de esperar que se respeten las ordenanzas y así mejore el cada vez más inestable descanso de los vecinos, por no hablar del (estrecho) paso de los peatones.

El quinto pino

En Málaga, tierra de chalés, hay un bueno número de viviendas que lleva por nombre El quinto pino. Una de ellas, por ejemplo, está en el Monte Sancha, pero no es la única.

El pino número cinco ha sido siempre sinónimo de sitio muy alejado, pero los orígenes de esta expresión se remontan, como mínimo, a la época de Isabel II y en concreto a Madrid, pues cerca de la puerta de Alcalá el Ayuntamiento plantó cinco pinos situados ya en lo que se consideraban un sitio apartado.

El emplazamiento era aprovechado por las parejas para dar un paseo hasta el quinto pino, tan alejado de posibles testigos que era aprovechado para besarse a escondidas.

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