Las bazas electorales y la amabilidad supina

12 Oct

Es bien sabido que en época de vacas flacas, las administraciones tienen que dosificar sus fuerzas más que nunca si quieren que, asomando las elecciones, la ciudad luzca más o menos digna. 
El objetivo, claro está, es sorprender agradablemente a los votantes, que son quienes deciden si siguen otros cuatro años con los de la remesa actual o los cambian por otra nueva. En este sentido, los meses que se aproximan hasta las municipales serán mucho más interesantes para Málaga que los tres años anteriores, en los que la calma chicha ha sido bastante evidente, si obviamos las fiestas del calendario y la indecisión en la que se ha adormecido el Plan del Puerto, sólo reanimado con la sombra hortera del súper de lujo.
Por eso, no se sorprendan si ahora nos levantan la plaza de la Merced, pues para eso está: para ser levantada, volteada y vuelta a poner, y si puede ser, que muestre su mejor cara para mayo, que es cuando se vota. 
Pero sin duda alguna, el acontecimiento que la mayoría de los malagueños espera es la inauguración del Museo Thyssen, para muchos, un museo mucho más descifrable que el Museo Picasso, de ahí que su éxito será incomparablemente mayor. 
El malagueño medio, con los gustos pictoricos detenidos en 1910, sigue considerando a Picasso un producto sobrevalorado que no debió pasar de la etapa azul, cuando todavía se entendían sus cuadros. Así pues, la inauguración del Thyssen no sólo será una buena y justa baza electoral para nuestro alcalde Francisco de la Torre, sino también la revancha artística de un sector nada desdeñable de nuestra ciudad, que se cierra en banda a toda pintura que no muestre las cosas como son (o debieran ser). Después de Sorolla: el caos y la nada.
 Y después de tres años en los que Málaga sólo ha sido un yermo abierto por las obras del metro y por la crisis, el malagueño quiere ver resultados, aunque sea el traslado del Templo de Debot al Parque del Oeste (de Málaga). 
Con la nueva plaza de la Merced y el Museo Thyssen, los deberes quedan hechos. Pero por si estas dos bazas electorales (insisto, legítimas) no fueran bastantes, las asociaciones de vecinos se percatarán en estos meses que quedan hasta las elecciones de que los políticos se muestran mucho más amables y receptivos que antes. Ya no les driblarán o les pospondrán las reuniones y en ocasiones, ese problema por el que clamaban al cielo será misteriosamente encauzado.
 
Quienes necesitarán algo más que promesas electorales son los vecinos de la calle Saint Exupery, que desde hace 17 años soportan el ruido infernal del almacén de Carrefour Alameda. 
La sección Línea Directa ha seguido sus penalidades desde hace 2008 y desde hace uno aguardan a que la Gerencia de Urbanismo dé el visto bueno al techado parcial del almacén. 
Mañana Izquierda Unida, legítimamente, se unirá a la protesta vecinal.
A ver si el alcalde tiene un ratito y aparte del Thyssen y la plaza de la Merced acaba con el insomnio de estos vecinos. 
La solución está al alcance de su mano: aprobar de una puñetera vez el esperado techo. Todo se puede lograr cuando llegan las elecciones. Ánimo.

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