Lo que ningún responsable de la Dirección General de Costas ni del Ayuntamiento de Málaga ha valorado es la repercusión que tendrá el proyecto de los Baños del Carmen en la próspera industria de las bodas. Lo de «próspera» no es un adjetivo gratuito. Aunque estamos en crisis, la gente se sigue enamorando y no contento con ello, encima contrae matrimonio.
Además de esta evidencia, sólo hay que darse una vuelta por las tiendas de fotografía para constatar que un porcentaje muy apreciable de las parejas que se casan en Málaga no se olvidan de su buena sesión de fotos en los Baños del Carmen e incluso son capaces de pasarse por alto la foto ante la fuente de las Tres Gracias con tal de que en el reportaje salga el Balneario.
Esta querencia por los Baños del Carmen, nacidos del empuje empresarial de 1918 y en un país que no participaba en la llamada Gran Guerra, se ha acentuado a medida que sus instalaciones se han ido «descuajaringando». Hay por tanto una relación directa entre el deterioro y la atracción que despierta, algo que ya pusieron de moda los románticos hace 200 años.
En concreto, esa terraza con columnas que sostienen el cielo, con la bahía enfrente son el objetivo número uno de los novios que convierten los Baños en parte de su reportaje de bodas. Pero no es ni mucho menos el único rincón. El firmante ha visto con sus propios ojos escenas bucólicas difíciles de llevar a la práctica en la vida diaria, como esa novia que se revolcaba en la orilla y terminaba «emborrizada» como una croqueta.
Sin embargo, la foto más osada y perseguida por una minoría de parejas es aquella en la que los novios se meten con sus respectivos trajes de ceremonia en el agua, por lo menos hasta la cintura, como si fuera la boda de Esther Williams.
Fotógrafos que han tomado parte en estas arriesgadas tomas casi subacuáticas explican que suelen hacerse, obviamente, un día antes o un día después del bodorrio, porque no es plan de llegar chorreando al convite.
El pasado fin de semana tuvo lugar un posado menos arriesgado y unos novios aprovecharon que el semáforo de los Baños se ponía en rojo para los coches para posar en mitad del tráfico, abrazados en plan peliculero.
La incógnita es si una remodelación y rehabilitación del Balneario del Carmen, con el fin de la imagen de deterioro, seguirá teniendo tanto gancho para los novios.
Saldremos de dudas si se deciden de una vez a arreglar este romántico destrozo.
La incógnita
Cien periodistas se congregan porque la mujer de un presidente extranjero se coge a la niña para pasar unos días tranquilos en Marbella. Uno creía que la Costa del Sol era un lugar más acostumbrado a los famosos, pero ya le han entrado las dudas. Confiemos en que no sólo se lleve de recuerdo una nube de fotógrafos y a zangolotinos de las tertulias del corazón. La próxima vez que visite Málaga que lo haga sin avisar y de incógnito. Ya lo hizo la emperatriz Sissí y le salió bien.
Qué pena de paisaje perdido, qué triste lo de «Los Baños del Carmen».