Encuentro en la tercera fase en Molina Lario

27 Jul

Que en Málaga el homo chusmonensis gana terreno al homo sapiens puede constatarse en innumerables momentos de la vida de muchos malagueños.

Ayer mismo, en la calle Molina Lario, en el pasillito peatonal que dejan las inoportunas obras de julio (planificadas por algún genio de la administración)avanzaba sin pudor alguno un jovenzuelo motorista, eso sí, con el casco reglamentario.

Un peatón le indicó con bastante educación que la acera no era el sitio adecuado para ir en moto, máxime en un pasillo como ese, atestado de peatones. Para qué le dijo nada, el veinteañero motorizado empezó a balbucear por esa boquita los más lindos piropos y hasta amenazó al hombre con darle un tortazo.

Todo esto, por supuesto, a voz en grito y en presencia de un montón de turistas.

Esta violencia gratuita, grasienta, en un marco tan «incomparable», por algo tan evidente como la infracción de un puñado de normas de tráfico y de urbanidad es el pan nuestro de cada día. La opción más frecuente es dejar a estos especímenes que se salgan con la suya y evitar estos numeritos de ruido y furia, más propios de una tertulia del corazón.

El gesto de civismo de la persona que le llamó la atención fue el de todos esos malagueños a quienes les indignan los comportamientos selváticos que tanto abundan en Málaga y no les da la gana de callarse, aunque se arriesguen a un tortazo.

La esperanza de muchos malagueños es que el «chusmerío» sea un comportamiento que acompaña ciertos periodos de la adolescencia y la juventud de algunos malagueños, y que esta «dolencia» se cure con el tiempo.

La madurez y la educación pueden hasta con el más obtuso, que algún día hasta se abochorne de gestos vandálicos como el descrito y otros peores.

La mejor de las suertes para el airado motorista de las aceras. Si persevera puede convertirse en una persona de provecho. Suerte.

Sin etiqueta

Y la pasada escena de la Málaga más costumbrista y prehistórica enlaza con una familia de cruceristas que ayer, para pasear por la calle Larios, se dejó la etiqueta a bordo.

Se trataba de un grupo formado por el padre (en chancletas, bañador, descamisado y luciendo el«pecho lobo» y el barrigón), el hijo (en la misma pose que el padre, sólo que con el añadido de una gorra), la niña chica (por supuesto sin camisa) y la madre, que para la ocasión no quiso dejarse el bikini en el barco.

Si este es el perfil medio del crucerista que visitará el Carrefour del Puerto («tienda de alta gama» lo llama nuestro alcalde, al que cada día le gustan más los eufemismos), ya tenemos en aguas portuarias un buen «caladero» de los aspectos más sudorosos y truculentos de la Feria de Agosto. Crucemos los dedos.

Contribución

Las deliberaciones portuarias serán en el futuro, reunidas en gruesos tomos, una parte muy importante de la industria pesada malagueña .

Una respuesta a «Encuentro en la tercera fase en Molina Lario»

  1. Es cierto que los chusmas actuales se hacen mayores y, generalmente, se apaciguan un poco. Lo malo es que siguen naciendo chusmillas todos los días. Así que esto tiene poco arreglo.
    Felicidades por el premio literario.

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