Si algún día la Humanidad se plantea enviar una nueva sonda Voyager al espacio con una pequeña muestra de lo mejorcito de nuestra producción, los dirigentes mundiales deberían plantearse mandar a esos planetas remotos una selección del centenar de infografías que se ha publicado en todos estos años sobre el Plan del Puerto.
Sólo una civilización superior, con un desarrollo neuronal mucho más avanzado que el nuestro, puede captar los mil y un matices del maremágnum de equipamientos, muelles, y cambios de alturas y dimensiones con el que nos está obsequiando en estos días la clase política malagueña.
A estas alturas del cuento, ni el rey Neptuno tiene en su cabeza coronada una visión exacta de lo que será el futuro Puerto de Málaga. El embrollo ha llegado ya a un punto tan irreal, que muchos malagueños han (hemos) tirado la toalla, y sólo se fiarán de su «experiencia empírica», valga la redundancia.
Ayer mismo, con toda la buena voluntad del mundo, un servidor trató de captar las palabras de mediación del concejal de Urbanismo, Manuel Díaz y entendió lo mismo que si le hablaran de la caja de cambios del Ferrari de Fernando Alonso.
No es que la capacidad de nuestro concejal no esté al máximo, es que al barullo de réplicas y contrarréplicas hay que sumar un cansancio mental a causa de diez años de conversaciones portuarias y muchos oyentes no damos más de sí.
En estos días arrecian infografías de paisajes portuarios todavía por construir, siempre aderezados con parejas jóvenes muy acarameladas o con la variante de ir con niños de la mano o subidos a caballito. ¿Es que en estas recreaciones nunca se envejece?
Crece el escepticismo ante este futuro de ensueño, mientras en el mundo real nadie se pone de acuerdo salvo en un matiz:?la distancia entre lo que proponen los políticos y lo que desean los malagueños de a pie es cada día más grande.
Habrá que hacer como Santo Tomás y no fiarse ya de más propuestas, infografías con parejas felices ni reuniones: Hasta que el nuevo Puerto no esté acabado es mejor no hacer ni caso en aras a una «comprensión» del plan. Disculpen la obviedad.
El ejemplar
En la calle Máximo Gorki, frente al centro de salud Rosaleda-La Roca, se encuentra un jardincito de un bloque, protegido con una valla, que ha conseguido criar, sin muchas tentaciones vandálicas, un hermoso ejemplar de cactus que puede medir alrededor de cuatro metros de altura.
Todo un aliciente para una calle que linda al final, en las proximidades de la calle Pedro Gómez Sancho, con un cerro «despelucado», del que los vecinos están fritos por la frecuencia con la que se convierte en vertedero y paraíso ruidoso de moteros y catadores de estupefacientes .
De cabeza
Algún motivo habrá para que las tiendas de souvenir incluyan entre su oferta «típica española» sombreros mexicanos.
Siga el tema por la prensa, Alfonso, pero tu texto además de excelente y simpático periodismo me consuela en gran medida: yo no entendía nada porque por ahora porque es inteligible. ¡Uf, qué alivio! Gracias por tus escritos. Espero poder leer a no mucho tardar (hablamos de algunos meses) en tu misma prosa de alta calidad un ¡Ya hay Plan del Puerto! Fumata blanca, señor Vázquez.