Las redes sociales sirven para constatar lo pendientes del tiempo que estamos todos. Así, gran parte de los comentarios que sueltan nuestras amistades son del tipo: «No, es lunes», «por fin es viernes» o «ya queda menos para agosto». Apasionante.
Pero también aparece información más interesante, como la que pasa el periodista Jesús Espino, que cuenta que en Nueva York han colocado pianos desperdigados por las calles para que la gente pueda tocarlos.
Especular qué ocurriría en Málaga si a nuestro Ayuntamiento se le ocurriera instalar pianos por la ciudad siempre es un ejercicio de riesgo, como le ocurre al pulpo Paul, pero por prácticas anteriores aquí va una «predicción»: los pianos, como en Star Treck, serían rápidamente «teletransportados» en este caso al rastro, teclas arrancadas del piano aparte.
El Consistorio de Málaga ya tiene experiencia, bastante amarga, de la colocación de objetos en la calle, que suelen terminar teletransportados de forma total o parcial. En esta sección, semillero de estampas surrealistas que sin embargo son reales, ya hablamos de un grupo de jóvenes que unas Navidades sisaron un ciervo de luces para protestar por la LOU (este cronista consiguió localizar a uno de los cleptómanos).
Pero también terminó rodando hasta el Muelle de Heredia, en 2007, un balón gigante de baloncesto, situado junto a la estatua del marqués de Larios para conmemorar un partido de la NBA. El esférico contaba con vigilancia las 24 horas, pero los «teletransportadores» aprovecharon que el vigilante se puso indispuesto para sisarlo y ya en el Muelle de Heredia despedazar la pelotita.
Mala suerte tuvo también la vigilada máquina gigante de escribir Underwood, instalada durante el Festival de Cine de 2009 y que fue perdiendo todas sus teclas. Por eso, instalar otra cosa con teclas y que además emita sonidos, como ocurre con un piano, no sería una buena idea en Málaga, que nunca ha despuntado por su sensibilidad musical pero si por su querencia por el desguace.
Los arqueólogos del futuro que «desentierren» la Málaga de los siglos XX y XXI nos situarán, como ocurre con los restos prehistórica, en una cultura menos desarrollada que las de otras latitudes y para orientar al lector, quizás concluyan que en la primera década de este siglo, Málaga estaba «a 30 años de Copenhague». Ya queda menos.
La Luz
La Feria de la Luz está en marcha desde la noche del pasado jueves, cuando el periodista de La Opinión, Domi del Postigo, ofreció un pregón sobre esta «pequeña ciudad» dentro de Málaga.
Confiemos en que las buenas palabras de mi compañero lleven a la feria a buen puerto y no se repitan los problemas administrativos del año pasado, que provocaron el cierre adelantado de esta magnífica cita.
El mundial
Al alcance del tentáculo.
Señor Alfonso, ¿Conoce usted esas maquinitas eléctricas utilizadas para electrocutar moscas y otros insectos, cuyo cebo es una luz (o varias) blanca? Se me ocurre (reconozco que sin mérito) que podíamos usar, en Málaga, y como cebo (irrechazable, eficaz y eficiente) para la caza de mamíferos merdellones, a esos objetos callejeros tan cotizados en esta tierra. El piano sería el producto (trampa) estrella. Después, una vez atrapados, veinte años de cárcel y lectura, tal vez sirviera para la reflexión, la concienciación, e incluso la trasmutación del merdellón en ciudadano y persona. ¿No le parece señor Alfonso? (Bueno, la vigilancia de 24 horas debiera ser más eficiente)